Tras el inicio de la huelga en los puertos de la costa este estadounidense este pasado 1 de octubre se suceden las negociaciones para limitar los efectos del conflicto y devolver la normalidad a los recintos portuarios.
Sin embargo, parece que los primeros acercamientos no solo no están dando sus frutos, sino que el enfrentamiento parece alejar las posturas.
En las últimas horas, la United States Maritime Alliance, patronal que agrupa a las principales navieras que operan en los Estados Unidos, habría hecho una oferta para incrementar los salarios de los trabajadores portuarios en un 50%. A su vez, la organización sindical International Longshoreman Association ha rechazado con cajas destempladas esta propuesta, que considera insuficiente.
Los representantes sindicales dicen reclamar unas retribuciones salariales que hagan justicia a su labor, a un entorno con puestos de trabajo estables y con salarios acordes a los beneficios que generan para sus empresas.
Así pues, las compañías navieras han recurrido a la National Labor Relations Board acusando de los sindicatos de prácticas laborales desleales y, paradójicamente, al mismo tiempo, con el fin de que se inicen negociaciones de cara a un acuerdo. En esta misma línea, la Administración estadounidense reclama tímidamente un acuerdo a las partes que permita devolver la normalidad a los puertos del este del país a un mes escaso de las próximas elecciones presidenciales del tradicional primer martes no festivo de noviembre.
Antes de la huelga, la International Longshoreman Association ha anunciado que las movilizaciones se concentrarán en los movimientos de mercancías de estos enclaves, dejando totalmente al margen a los servicios militares, mientras que los transportes de pasajeros y los cruceros se verán afectados por la huelga en una décima parte de las escalas.
Mientras tanto, los efectos de la movilización parecen controlados, ya que las principales navieras han tomado medidas alternativas como desvíos, omisiones de escalas y servicios, junto con recargos. Todo apunta a que la situación podría tener un mayor impacto si la huelga se prolonga de manera indefinida, con la consiguiente presión sobre las partes.
Se estima que cada jornada de huelga en los puertos de la fachada este estadounidense tiene unos costes para la economía norteamericana de unos 5.000 millones de euros diarios.