El 1 de agosto ha entrado en vigor la Ley Europea de Inteligencia Artificial, que supone un paso importante hacia un futuro en el que la IA se utilice de manera segura, ética y beneficiosa para todos, a pesar de que Estados Unidos y China no optan de momento por regularla bajo el pretexto de que podría frenar los desarrollos y propiciar su fuga a otros lugares.
Los principales objetivos de la ley europea son garantizar la seguridad, respetar los derechos fundamentales, promover la transparencia y fomentar la innovación. Sin embargo, desde la Cátedra Smart Ports de la Universidad Jaime I, se preguntan cómo afectará esta ley a la industria portuaria europea y al desarrollo de los 'smart ports'.
Para empezar, la ley clasifica como de alto riesgo aquellos sistemas de IA que puedan afectar a la seguridad o a los derechos fundamentales. En el ámbito portuario, esto podría incluir sistemas de control de grúas automatizadas, sistemas de navegación autónoma de embarcaciones dentro de puertos, o sistemas de reconocimiento facial en accesos, que estarán sujetos a requisitos más estrictos.
Los sistemas utilizados para predecir fallos en equipos marítimos también podrían considerarse de alto riesgo, especialmente si su fallo pudiera poner en peligro vidas humanas o causar daños ambientales.
En lo que se refiere a la transparencia, la ley exige que los sistemas de IA sean transparentes y explicables, especialmente cuando se tomen decisiones que afecten a los derechos de las personas. En el ámbito marítimo, esto podría aplicarse a sistemas de selección de rutas marítimas, asignación de tareas a la tripulación o evaluación de riesgos.
Igualmente, dado que los sistemas de IA que generan contenido, como chatbots o asistentes virtuales, deberán indicar que el contenido es artificial, esto podría ser relevante en el contexto de la comunicación entre buques y puertos, o en la atención al cliente en las terminales portuarias.
Pasando a la protección de datos, las empresas portuarias y marítimas deberán garantizar la seguridad y confidencialidad de los datos que recopilen y procesen mediante IA. Por su parte, el uso de sistemas de reconocimiento biométrico, como el reconocimiento facial o de iris, estará sujeto a restricciones adicionales, lo que podría afectar a los sistemas de control de acceso en los puertos.
Ciberseguridad marítima
Desde la Cátedra Smart Ports, sostienen también que la nueva ley tiene implicaciones directas en la ciberseguridad marítima, especialmente en cuanto a la detección de amenazas. Los sistemas de IA pueden ser entrenados para identificar patrones anómalos en grandes volúmenes de datos, pero la ley exige que sean transparentes y explicables, lo que dificultaría el uso de técnicas de 'deep learning' más oscuras.
Asimismo, la IA puede automatizar muchas de las tareas relacionadas con la respuesta a incidentes, como la identificación de la fuente, la contención de la amenaza y la restauración de los sistemas, pero la ley establece requisitos de supervisión humana para las decisiones críticas.
La normativa, en cualquier caso, fomenta el desarrollo de sistemas de IA más robustos y resilientes, lo que implica la necesidad de implementar medidas de seguridad adicionales, como la encriptación de datos y la autenticación multifactor.
En definitiva, la Ley Europea de Inteligencia Artificial representa un hito en la regulación de esta tecnología y tiene un impacto significativo en el sector portuario europeo, ya que establece un marco claro y seguro para el desarrollo y uso de la IA en aplicaciones de alto riesgo, como aquellas relacionadas con la seguridad marítima y la gestión de las operaciones portuarias.