El reciente informe Draghi ha señalado al transporte marítimo como uno de los sectores más difíciles de descarbonizar, ya que requiere unas inversiones anuales de 40.000 millones de euros.
El paquete 'Fit for 55' y el reciente acuerdo histórico de la OMI sobre la estrategia de gases de efecto invernadero han fijado objetivos claros para que el transporte marítimo alcance las cero emisiones netas en 2050. Sin embargo, para alcanzar los objetivos climáticos europeos e internacionales, el transporte marítimo necesita urgentemente poder acceder a combustibles limpios, en cantidades suficientes y a precios asequibles.
En este contexto, el informe indica que es prioritario el desarrollo de una cadena de suministro de combustibles limpios en la UE, pues de lo contrario, los costes de cumplir los objetivos climáticos serán significativos. También destaca la importante diferencia de precios entre los combustibles convencionales y los limpios, que para el transporte marítimo pueden ser hasta cinco veces más caros.
La Asociación Europea de Armadores, Ecsa, ha planteado sus recomendaciones para apoyar la adopción de combustibles limpios en el transporte marítimo. La primera pasa por utilizar los ingresos del esquema europeo de comercio de derechos de emisión para reducir la diferencia de precios entre los combustibles limpios y los convencionales.
Esto se realizaría a través de convocatorias específicas para el transporte marítimo en el marco del Fondo de Innovación de la UE, y mecanismos adaptados como las subastas como servicio o las subvenciones como servicio.
También se debe fomentar la producción de combustibles limpios para el transporte marítimo reforzando las disposiciones del Reglamento marítimo FuelEU y de RED III mediante la introducción de un mandato a los proveedores de combustible para que produzcan en la UE al menos el 40% de los combustibles marítimos necesarios para cumplir los objetivos.
Además, es preciso desarrollar hubs energéticos. En el marco de la próxima Estrategia Industrial Marítima, el llamamiento al 40% de producción de combustibles limpios en Europa debe traducirse en requisitos concretos para las infraestructuras portuarias, así como en inversiones para convertir los principales puertos europeos en hubs energéticos.