Los buques, embarcaciones y otros artefactos flotantes que naveguen por la zona deberán seguir las instrucciones que se dicten por parte de las embarcaciones que forman parte del dispositivo de búsqueda y rescate.
La prueba se prolongará hasta marzo de 2023 y forma parte de iniciativas de investigación más amplias que ponen a prueba los vehículos de preproducción y los prototipos de la E-Transit.
En la propuesta, se explica el límite que deberían tener los motores principales de los buques que superen los 5.000 GT para devolver el nivel de emisiones de CO2 al mismo lugar de 2012 en un plazo de tres años.
Desde la Asociación Europa de Navieros, Ecsa, sostienen que hay que ser cautelosos con esta medida, pues la imposición de un límite de velocidad podría tener consecuencias negativas.
Aunque la carta dirigida a la OMI no especifica cuál debería ser la velocidad media a implantar a partir de ahora, cabe preguntarse si los portacontenedores realmente pueden reducir todavía más su velocidad.
Para algunos tipos de buques no podría limitarse, como es el caso de los de pasajeros, con unos tiempos de tránsito que deben respetarse al máximo, o los que transportan mercancía sensible al paso del tiempo.
La vigilancia se llevará a cabo en los tramos de riesgo asociado a la velocidad y en los puntos donde la circulación suele realizarse por encima de los límites, con un elevado índice de siniestralidad.
La mayoría de los países de la Unión Europea están optando por la reducción de velocidad en aquellas vías en las que no hay separación física de sentido, siendo la tendencia mayoritaria la limitación a 90 km/h.