Una frase célebre de “Lo que el viento se llevó” que reflejaba la importancia de la tierra de cultivo hace unas pocas generaciones: “Por la tierra luchamos y morimos” nos decían. El siglo XX y la energia fósil nos despegó de la tierra, y las luchas pasaron a ser por la energía. En un futuro renovable la tierra recuperará el protagonismo, pero no para albergar edificaciones o instalaciones industriales, sino para generar riqueza a través de su vida.
La transición del refino al biorefino puede proveer a España de energía renovable, proteína autóctona y biomateriales. Facilitando la independencia energética y alimentaria, fomentando la industrialización rural y el mantenimiento del empleo agrario.
Con una cuota del 90% los biocombustibles son principal contribuyente a la energía renovable en el transporte. La electricidad renovable tiene un reto titánico, sustituir el todavía mayoritario porcentaje de electricidad fósil en los usos habituales. ¿Por qué negarle a la electricidad un valioso aliado en la descarbonización donde lo tiene más difícil, en el transporte?
Si el bioetanol es una solución para el transporte sostenible, la transición necesaria del refino tradicional al biorefino es una solución para el desarrollo rural y agrario. Restructurar la economía de nuestros pueblos debiera apoyarse en una reforzada estructura de cooperativas agrarias e inversiones en los procesos de transformación de los productos de nuestros campos, para competir en los mercados internacionales con productos de mayor valor añadido.
Hemos sufrido una crisis sanitaria que ha demostrado como los países ante los recursos escasos cierran sus fronteras, ¿Qué pasaría ante una crisis alimentaria mundial? La fuente base de las proteínas para nosotros y nuestra industria ganadera depende cada vez más del exterior. Nuestras fábricas de proteína, los campos de nuestros abuelos, se están convirtiendo en campos de golf, urbanizaciones, polígonos industriales y últimamente en enormes extensiones fotovoltaicas. Una mal entendida sostenibilidad que esta viniendo bien a unas pocas grandes compañías y mal a muchos agricultores que ven desaparecer su modelo de negocio.
El biorefino tiene actualmente como productos principales los alcoholes, pero también un volumen de pienso animal que iguala al volumen de bioetanol, un pienso de alta calidad pues al haberse quitado su carga energética (grasa) su composición mayoritaria es fibra y proteína, el pienso preferido por el ganadero. El biorefino que en los últimos 10 años ha alcanzado cuotas de abatimiento de CO2 superiores al 70%, se están implementado en las biorrefinerías de toda Europa técnicas de captura del CO2 de fermentación, y se vislumbra un futuro que podría proporcionar biomateriales e incluso hidrógeno, reformado de bioetanol, con captura. Es decir, el balance de CO2 sería negativo: nuestros campos y el biorefino ayudarían a las generaciones futuras a limpiar una atmosfera que nosotros hemos manchado.
[sumario]Con una cuota del 90% los biocombustibles son principal contribuyente a la energía renovable en el transporte”.[/sumario]
En Europa son ya 15 los países que doblan el contenido de bioetanol en las gasolinas, todos con estrategias que le otorgan ventajas económicas y fiscales por su carácter renovable. En España, nuestra anquilosada fiscalidad por litro hace que el bioetanol renovable tenga una fiscalidad mas elevada que la gasolina fósil, eso implica que la gasolina E10 (10% bioetanol) le cuesta más a la petrolera y al consumidor, el resultado es que nuestras petroleras son reticentes al cambio. Mientras tanto, en Francia, el Grupo Total anuncia que en 2022 en todas sus gasolineras se podrá encontrar E85 (85% de bioetanol), el gobierno ha reducido su fiscalidad y las cooperativas agrarias están encontrado su hueco en el biorefino.