La nueva estrategia de la Economía Circular supone un cambio radical del paradigma de los modelos productivos que busca reutilizar y reciclar los recursos y productos existentes tantas veces como sea posible, extrayendo el máximo valor de estos y recuperando aquellos materiales al final de su vida de servicio con la mínima generación de residuos y emisiones, reduciendo así la huella ecológica por el uso y consumo de materiales .
En marzo de 2023, el Parlamento votó elevar el listón de reducción de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para 2030 del 30% al 40% respecto a los niveles de 2005 para Europa . En el caso de España, el objetivo de reducción de GEI pasó del 26% al 37,7% para el 2030 . Por lo tanto, la cuestión ambiental ya no se limita solo a los residuos que generamos, sino que se ha convertido en un problema transversal en cualquier política pública y estrategia empresarial.
Dentro del sector logístico, uno de los impactos destacables serían las emisiones de CO2 equivalentes debido al uso de combustibles para el transporte. Este valor se podría medir con la huella de carbono y su reducción estaría en línea con la consecución de la neutralidad climática para el año 2050.
No obstante, ¿qué ocurre si solo se utiliza la huella de carbono como indicador ambiental? ¿Se pueden conseguir productos más sostenibles solo teniendo en cuenta dicho indicador? Si se consideran todas las fases del ciclo de vida de un producto unas influirán más que otras en diferentes categorías de impacto. Por ejemplo, cuando se habla de envases reutilizables, la fase del lavado del producto tiene un gran peso en la huella de agua ya que se debe utilizar más agua que en un envase de un solo uso. Sin embargo, si solo se mira huella de carbono, no se vería del todo el impacto del producto.
La cuestión ambiental ya no se limita solo a los residuos que generamos, sino que se ha convertido en un problema transversal en cualquier política pública y estrategia empresarial”
Por ese motivo, estudios de huella ambiental o análisis de ciclo de vida se consideran los más completos, incluyendo una gran diversidad de categorías de impacto ambiental como son la huella de carbono y la huella de agua.
Además, a parte de mejorar un producto ambientalmente hablando, se debe tener en cuenta que el producto sea viable económicamente. De esta forma, el componente económico juega un papel importante en la toma de estas decisiones, ya que si el producto no es viable económicamente no se invertirá en él.
Por lo tanto, aunque todas las políticas se centren en los GEI y su reducción, se deben tener en cuenta más categorías de impacto y durante todo el ciclo de vida del producto, así como el coste económico para poder determinar si el producto o proceso es sostenible.