Además de la reducción en el consumo de carburante, un asfalto en buen estado permite reducir el ruido que emite la circulación.
Son múltiples las iniciativas que se abren en diversos frentes con el fin de reducir el impacto medioambiental de las actividades de transporte relacionadas tanto con la mejora en el consumo de combustible, como en la optimización de las operaciones y el uso de energías alternativas.
Sin embargo, la mayor parte de estas acciones dejan de lado uno de los principales elementos que pueden contribuir a mejorar la sostenibilidad en el transporte y que está relacionado con la conservación de las carreteras.
El sector español y europeo del asfalto estima que la superficie del pavimento de la carretera influye directamente en el consumo de combustible o electricidad de los vehículos a través de la resistencia a la rodadura entre la carretera y los neumáticos de los vehículos.
En este sentido, una conservación adecuada que sustituya las superficies del pavimento en malas condiciones o de bajo rendimiento por superficies en buenas condiciones reduciría el uso de combustible y las emisiones de CO2 hasta un 6%, además de tener un impacto positivo sobre la contaminación acústica.
Así pues, el sector del asfalto estima fundamental establecer un enfoque común entre autoridades de carreteras e incluir consideraciones sobre las emisiones de CO2 de los vehículos en las políticas de contratación pública y en las estrategias de conservación de carreteras y lucha contra el cambio climático.