Rusia se juega el futuro crecimiento de su minería con los vastos recursos energéticos del Ártico, y ha revivido la ruta de transporte marítimo de la era soviética a lo largo de la costa de Siberia como parte integral de sus planes.
La iniciativa también promete una reactivación económica para los puertos de Rusia y sus astilleros, que han afrontado problemas luego de los días de gloria de la era soviética.
Pero analistas de la industria y del sector marítimo dicen que los témpanos de hielo, los estrechos, las aguas poco profundas, la infraestructura deficiente y los inviernos tempestuosos continúan siendo obstáculos para la navegación segura y rentable a través del acceso polar directo.
Para Fazil Aliyev, capitán y propietario de un barco petrolero hay que abrir la ruta del Ártico ya que "es rentable para todos. Nuestros clientes ganan porque su carga se entrega más rápido, ahora necesitamos hacerlo viable económicamente, intentar hacer una ruta durante todo el año", dijo desde Vladivostok, la puerta rusa de entrada para los mercados asiáticos.
La compañía de Aliyev, Rimsco, triplicó su carga a lo largo de las vías costeras de Rusia el año pasado, cuando el cálido verano boreal mantuvo abierta lo que Rusia llama la Ruta del Mar de Norte, que estuvo con buenas condiciones por un récord de 141 días, casi un mes más de lo habitual.
A veces llamado el Paso del Noreste, la ruta circumpolar es una red de vías marítimas en la parte superior de la Eurasia continental que cruza las aguas rusas desde el paso de Kata al Estrecho de Bering y recorta cerca de 4.000 millas náuticas, 7.400 km, respecto de las rutas del sur.
Un grupo de transporte marítimo danés, Nordic Bulk Carriers, dijo que se ahorró un tercio del coste y cerca de la mitad del tiempo de envío de mercancías a China navegando hacia el norte de Rusia en vez de ir a través del Canal de Suez. "Es una región muy prometedora y una interesante vía marítima que tiene casi la mitad de distancia entre Europa y el lejano Oriente", explicó Aliyev.
Rápido y libre de piratas
Rusia siempre ha transportado cargamentos de petróleo, mineral de hierro y productos marítimos a través de su extensa costa norte, pero hasta el 2009 ningún buque mercante de bandera extranjera había surcado la ruta comercial.
Cuando el rápido aumento de las temperaturas derritió la cubierta de hielo del Ártico en una de sus zonas más delgadas en el 2011, un récord de 34 barcazas, más del doble del 2010 e incluyendo a los superpetroleros, puso a prueba a los mares salpicados de hielo.
El gigante ruso de transporte marítimo, Sovkomflot, recorrió la vía costera con el barco más grande del mundo, un petrolero de clase Suezmax cargado con 120.000 Tn de gas condensado, mientras un buque de Scorpio Tanker navegó desde el Océano Atlántico al Pacífico en un tiempo récord de ocho días.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, ha calificado la ruta como el rival más rápido y libre de piratas del Canal Suez. "No tengo duda de que es sólo el comienzo", dijo Putin sobre los viajes en un foro internacional del Ártico en septiembre.
Con la vista puesta en los miles de millones de dólares ganados por la vía marítima de Egipto, Moscú espera peajes de tránsito y honorarios por el contrato de arrendamiento obligatorio de uno de sus buques de escolta, que ayudará a financiar sus propias necesidades de inversiones en infraestructuras en el Ártico.
Buena parte de los 5.500 Km rusos que se encuentran frente a la costa del Ártico están deshabitados, sin estaciones de servicio, infraestructura de navegación y guardias costeros para ayudar a los marinos.
Su incomparable flota de rompehielos nucleares es una carga financiera enorme, sin importar si se usan o no, puesto que los reactores siempre deben estar funcionando, explicó Arild Moe, vicepresidente del Instituto Fridtjof Nansen de Noruega.
"La vía marítima es considerada una parte importante de la infraestructura del transporte nacional, así como una manifestación de los intereses rusos en el Ártico", dijo Moe. "El asunto clave es la financiación", agregó. El Kremlin planea invertir 1.200 millones de dólares hasta el 2014 en su flota de buques para hielo y la construcción de tres rompehielos basados en energía atómica y seis buques eléctricos diesel para 2020.
Reporte de Albina Kovalyova, Alissa de Carbonnel y Gleb Bryanski.
Editado en español por Marion Giraldo.