La industria del transporte por carretera está marcada en los últimos años por dos procesos paralelos: la digitalización y la transformación energética.
Este ejercicio no será ninguna novedad en este sentido, aunque, al tiempo, se observan ciertas variacionesrelacionadas con el cambio de modelo energético.
En este sentido, la crisis energética que ha abierto la invasión rusa de Ucrania hace ya más de un año, junto con el consiguiente aumento de los precios de los combustibles, ha hecho que la sostenibilidad haya perdido posiciones entre las prioridades de muchas empresas.
Pese a ello, sin embargo, en Europa, las instituciones comunitarias parecen impasibles ante la situación y mantienen algunos objetivos de difícil cumplimiento.
Los fabricantes multiplican su oferta de vehículos alimentados con energías alternativas
El difícil reto de la sostenibilidad
En concreto, a Comisión Europea ha propuesto límites más estrictos de emisiones de CO2 para los vehículos pesados de transporte de mercancías.
De esta forma se complementa la decisión del Parlamento Europeo, que este 14 de febrero aprobaba el acuerdo alcanzado con el Consejo por el que se revisarán las normas en materia de emisiones de CO2 de los turismos y furgonetas nuevos, con la que se pretende reducir a cero en 2035 las emisiones de CO2 de turismos y vehículos comerciales ligeros nuevos para 2030 en un 55% para los automóviles y en un 50% para las furgonetas en comparación con sus niveles de 2021.
[sumario]La transformación energética plantea también el problema de la tísica red de recarga para vehículos pesados en Europa, factor imprescindible para una electrificación eficaz de la flota de transporte”.[/sumario]
Así pues, el colegio europeo de comisarios propone que los nuevos camiones reduzcan sus emisiones en un 90% de aquí a 2040,en comparación con los niveles de 2019.
Además, antes, deberá haberse conseguido reducir las emisiones de CO2 en un 65% a partir de 2035 y en un 45% a partir de 2030.
La digitalización es una tarea en marcha en el transporte.
Para cumplir estos objetivos planteados, Acea calcula que serían necesarios al menos unos 50.000 cargadores públicos aptos para camiones en la Unión Europea, con el fin de que para 2030 pudieran estar circulando por las carreteras europeas en torno a 400.000 camiones de cero emisiones y que se matriculasen, al menos, 100.000 nuevos vehículos pesados de este tipo cada año.
Mientras tanto, el sector echa cuentas y asiste entre perplejo e indignado a este nuevo tiro con postas ajenas de las instituciones comunitarias.
A su vez, la industria multiplica la oferta de vehículos con energías alternativas,aunque sigue manteniéndose una brecha de precios que parece difícilmente asumible, especialmente para las empresas más pequeñas, mayoritarias en el sector.
En este sentido, todos los actores, desde los propios transportistas, hasta los fabricantes de vehículos reclaman un marco regulatorio coherente y neutral, que, sin dejar de lado el objetivo final de reducir las emisiones contaminantes del transporte por carretera, permita a las empresas hacer sus inversiones para la renovación de flotas sin incertidumbres y con garantías de que podrán amortizar el gasto en plazos razonables.
Además, en el horizonte también aparece la futura norma Euro7, actualmente en elaboración en el seno de la Unión Europea, y que unificará en una única regulación las anteriores Euro6 y EuroVI con unos estándares más duros para todos los tipos de vehículos.
Digitalización, asignatura importante
Por lo que respecta a la digitalización, el transpore sigue dando tímidos pasos adelante para un uso más intensivo de las nuevas tecnologías, aprovechando los fondos europeos de recuperación y con la vista puesta en 2026, cuando el e-CMR será obligatorio en toda la Unión Europea.
También en el ámbito de la digitalización puede encuadrarse la inmminente llegada este verano de los tacógrafos inteligentes de segunda generación.
Con estos aparatos llega la geolocalización precisa a los vehículos de transporte, así como la detección a distancia de posibles manipulaciones en los aparatos de control.
[sumario]Los transportistas necesitan un marco claro para poder invertir en renovaciones de flota y garantizar que cubren el coste de amortización en plazos razonables”.[/sumario]
Habrá que estar atentos a ver cómo impactala aparición del nuevo aparato de control en el mercado.
Por otra parte, la digitalización también se deja sentir en las herramientas de conectividad que incorporan los nuevos vehículos que permiten desde mejorar la técnica de conducción para ahorrar combustible hasta agendar servicios de mantenimiento predictivo para maximizar la vida útil de los equipos.
Los transportistas necesitan marcos estables y seguros.
Incertidumbre en el mercado
En cuanto a previsiones de mercado, el sector de la distribución y reparación de vehículos industriales espera que 2023 sirva para confirmar la recuperación del mercado, después de que el año pasado las matriculaciones casi volvieran a los niveles previos a la pandemia.
Así pues, en concreto, Faconauto prevé que las matriculaciones se incrementen un 1% en 2023, rebasando las 23.000 unidades, aunque en 2024, con más unidades disponibles, el mercado se iría más allá de las 24.000.
Por lo que respecta al mercado de semirremolques, a escala europea, el último análisis de Clear apunta a que la inflación, el incremento de los costes energéticos y la invasión rusa de Ucrania han reemplazado a la amenaza económica que hasta hace bien poco representaba la pandemia.
[sumario]La incertidumbre seguirá afectando al mercado de camiones y semirremolques, aunque con previsiones de cierta mejora a partir de la segunda mitad de 2023”. [/sumario]
Sin embargo, al tiempo, la consultora también observa que el mercado europeo de semirremolques se ha mantenido contra pronóstico y calcula un crecimiento en la demanda de un 6,7% para el pasado 2022.
Sin embargo, parece que la corrección en el mercado llegaría en 2023, con predicciones que se han ajustado a la baja para todos los mercados nacionales y que implican que la demanda de semirremolques en todo el continente se colocará a lo largo de este año en niveles similares a los de 2021.
Estos pronósticos, junto con la incertidumbre económica existente y las dudas que provocan los cambios legislativos entre los transportistas apuntan a un 2023 turbulento, aunque, según diversos analistas, con una evolución que podría ir de peor a mejor si no aparece ninguna nueva circunstancia o acontecimiento que venga a empeorar la situación.