Sorrento, junto con Positano, Ravello o Maiori, son algunos de los pueblos que salpican el golfo de Salerno en la costa Amalfitana. Un entorno geográfico y paisajístico único al sur de la ciudad de Nápoles. Sorrento es también una ciudad cuna de armadores como los Grimaldi o Aponte de MSC. Una ciudad que dio nombre al ferry incendiado hace unos días a 20 millas de la Isla Dragonera.
Eran las 13.50 h del martes 28 de abril cuando una señal de socorro invadió las frecuencias; un incendio incontrolado puso en peligro al ferry y a las personas que viajaban a bordo.
En pocos minutos, el ferry Visemar One, operado por Balearia y con 280 personas a bordo, 157 camiones y 31 vehículos, que se encontraba a nueve millas del incidente tomó la iniciativa y retrocedió en su ruta hacia Valencia para auxiliar al buque Sorrento, donde viajaban 157 pasajeros, poniéndose a disposición de Salvamento Marítimo.
Otro ferry de Balearia, el Puglia, que había partido de Ibiza con destino a Barcelona con 86 personas, 74 camiones y 9 vehículos, y que se encontraba a unas 11 millas de allí, también cambió su rumbo para acudir al lugar del incidente y colaborar en las tareas de rescate.
Este buque fue el que recogió a los pasajeros y los condujo hacia el puerto de Palma, desviando sus clientes a un puerto distinto del de su destino, Barcelona, y cancelando el viaje que tenía previsto por la noche.
Prioridad a los pasajeros
Tanto los ferries Visemar One como el Puglia dieron absoluta prioridad a los pasajeros del buque Sorrento, dejando en un segundo plano a los que llevaba a bordo: unos clientes que deseaban llegar a su destino puntualmente, y unas empresas de transporte que verían complicado cumplir con sus plazos de entrega, en este día y los sucesivos, por los retrasos que comportaría la asistencia marítima.
Entonces, y sin saber todavía el alcance del accidente, ambos ferries de Baleària acudieron al auxilio de un barco en apuros: era el momento de la solidaridad en el mar.
Como presidente de la compañía Balearia me enorgullezco de la actitud tomada por mi empresa, del trabajo de todos los tripulantes y personal de la naviera, que contribuimos al desenlace feliz de este grave accidente.
Un orgullo que quiero compartir con todo el equipo de Balearia, clientes, proveedores, y sociedad en general, ya que la solidaridad funcionó en la mar. Y, a pesar del coste económico e inconvenientes que sufrieron los clientes, nuestra responsabilidad como empresa nos haría repetir esta actuación cuantas veces fuera necesaria.
El motivo de esta carta me ha sobrevenido cuando he leído el rechazo que para algunos sectores ha provocado el traslado del Sorrento al puerto de Sagunto, aduciendo riesgos, y problemas medio ambientales, que aun siendo relevantes, lo serían en cualquier puerto de destino.
En este caso, como en el del Prestige, aunque mucho más grave, nadie quiere el barco en su puerto, el problema lo trasladamos a otros. El egoísmo territorial se instala en los defensores de lo público. Aquí, la solidaridad, que en otros casos se presupone, no se considera. ¿Acaso no importa?