El 89,9% de las empresas del sector automovilístico español ya está sufriendo las consecuencias de la guerra de Rusia contra Ucrania, en lo que se refiere a las importaciones y exportaciones. De hecho, uno de las principales efectos que está empezándose a notar es la reducción de la producción tanto en dichos países como en los limítrofes.
En la actualidad, Rusia es el décimo fabricante mundial de coches, aportando 1,4 millones de unidades al mercado en 2020. En lo que se refiere a materias primas, tanto Rusia como Ucrania son piezas clave para el sector, al ser fuentes de paladio, gas neón y del cableado de catalizadores y semiconductores.
El Clúster de la Industria de Automoción de Cataluña ha realizado una encuesta a 137 empresas de los clústeres de automoción españoles, de las que el 25,7% tiene parte de su negocio repartido entre Rusia y Ucrania, un 90% está presente en Rusia y 26,7% opera en Ucrania.
Es por ello que algunas tienen miedo de una posible nacionalización de las sedes, oficinas o plantasubicadas en estos países. La encuesta indica que un 30,7% de las empresas piensa que las sanciones económicas impuestas a Rusia tendrán consecuencias.
Asimismo, el 17% cree que habrá dificultades en los desplazamientos y el 5,7% se plantea posibles problemas para repatriar a los empleados de las plantas de países vecinos al conflicto si la situación se agravase.
En este sentido, algunas empresas también han expresado su preocupación por el hecho de que trabajadores de los países del Este se han sumado al ejército ucraniano, abandonando sus puestos de trabajo.
Por otro lado, un 37% de las empresas participantes tiene presencia en territorios próximos, como Polonia, Eslovaquia, Rumanía, Hungría, Finlandia, Estonia, Letonia o Moldavia. Si la guerra se traslada a alguno de estos países, la afectación para el sector automovilístico sería total.
Marcas como Renault, Volvo, BMW, Ford o Hyundai ya han suspendido temporalmente su producción en Rusia o limitado sus exportaciones al país. Otras como Skoda o Volkswagen también han decidido reducir su producción en República Checa y Alemania, respectivamente.