La Asociación de Transportistas Autónomos, ATA, ha mostrado su preocupación por los efectos de la obligatoriedad de incorporar a los vehículos el nuevo tacógrafo inteligente de segunda generación y la escasez existente en el mercado actual.
Antes de finalizar 2025, se requerirá el uso imperativo de este dispositivo para operar fuera de las fronteras, una medida que afecta a la fabricación de vehículos, que deben incorporar esta tecnología de manera inmediata para satisfacer la demanda del mercado.
Los profesionales que ya posean un tacógrafo inteligente también deberán renovar su herramienta dentro de los plazos establecidos. Sin embargo, la falta de suficientes tacógrafos digitales de segunda generación representa un problema para la ATA, lo cual podría generar retrasos en la entrega de vehículos comprometidos actualmente.
Además, esta obligatoriedad también afecta a los camiones más antiguos, ya que los dispositivos de primera generación tienen un coste de instalación de aproximadamente 700 euros, mientras que los de segunda generación serán aún más costosos.
Esto plantea problemas de amortización en camiones con más años. Se podría dar la circunstancia, advierten de que a un camión se le averíe el día de hoy el tacógrafo y tenga que sustituirlo por uno nuevo de primera generación y en agosto de 2025 uno nuevo de segunda generación.
ATA ha alertado de un futuro incierto, ya que las políticas ambientales no permitirán seguir utilizando los medios de transporte actuales y, a pesar de ello, los transportistas están obligados a invertir en vehículos que posiblemente no podrán utilizar en el futuro.