En la última década se han empezado a tomar medidas para establecer límites más exigentes de emisiones, incluso para los camiones.
Las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido un 2% en 2018. Sin embargo, las correspondientes al transporte por carretera, marítimo y aéreo, han aumentado un 0,5%, lo que supone el quinto año de crecimiento desde 2012, según las cifras que maneja la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente.
Los datos de 2018 muestran que las emisiones del transporte son más elevadas ahora de lo que lo eran en el año 2009. Si bien no están disponibles aún las cifras en función de cada modo de transporte, basándose en la tendencia iniciada en 2017, se espera que las emisiones de los turismos continúen estables, frente a un ascenso de entre el 1% y el 2% en los camiones y furgonetas.
Además, el 5% de los combustibles utilizados son biocombustibles, que se contabilizan como de cero emisiones, lo que para la Federación no tiene ningún sentido. Así, destacan que el 81% del biodiésel europeo procede de cultivos como el aceite de palma o de colza, por lo que en realidad, las emisiones de turismos y furgonetas serían un 10% superiores a las que se reflejan en la actualidad.
Por tanto, en su opinión no se ha avanzado nada desde el año 2008, cuando se empezaron a aplicar las nuevas políticas europeas para la protección del medio ambiente. Los impuestos al combustible son actualmente más bajos de lo que lo eran en 2007, pero los vehículos son más eficientes solamente sobre el papel y la cuota de los modos de transporte más limpios, como el ferrocarril, está completamente estancada.
No obstante, no puede verse el periodo entre 2008 y 2019 como un tiempo perdido, porque a pesar de los decepcionantes resultados, se han plantado las semillas para el progreso y se han empezado a tomar medidas para establecer límites más exigentes de emisiones, incluso para los camiones.
Para 2021, se espera que haya crecido exponencialmente la proporción de vehículos enchufables y que el 10% de los automóviles sea recargable, en comparación con las cifras prácticamente inexistentes que se manejaban entre 2008 y 2009. A partir de entonces, se espera que vaya en aumento la calidad de los modelos disponibles y que se reduzca su precio, con el fin de que las ventas superen el 30% en el año 2030.
El futuro de las emisiones en el transporte
La mala noticia es que nada de esto cambiará el hecho de que en los próximos años, las emisiones del transporte por carretera se reducirán tan solo ligeramente, a menos que haya grandes cambios en la demanda por la llegada de vehículos sin conductor y el uso de servicios como los de Uber.
Turismos, furgonetas y camiones verán reducidas sus emisiones en aproximadamente un 10% para 2030, respecto a los niveles de 2005. Eso está muy por debajo de los objetivos europeos, que ascienden al 30%, por lo que para acelerar la consecución del objetivo se necesitaría potenciar la introducción en el mercado de vehículos eléctricos y reducir el consumo de los vehículos que utilizan combustibles fósiles.
También se necesitarían leyes más estrictas, como obligar a que todas las flotas fueran eléctricas para el año 2030. El objetivo es conseguir un sistema de transporte más eficiente, reducir el número de kilómetros necesarios para trasladar a personas y mercancías, centrar el gasto en infraestructuras en los puntos de recarga de vehículos de cero emisiones y favorecer el desarrollo de zonas libres de coches en el centro de las ciudades.
Por otra parte, sería necesario volver a contemplar medidas como la limitación de velocidad. En el caso de los camiones, armonizar todos los límites actuales para que el máximo fuera siempre 80 km/h sería una forma sencilla de reducir rápida y significativamente sus emisiones, según la Federación.