El año 2020 ha traído consigo unos desafíos sin precedentes para el sector retail y sus cadenas de suministro. La llegada de las vacunas abrió una puerta a la esperanza, pero 2021 no fue más fácil y 2022 no ha comenzado con las mejores perspectivas, pues la pandemia todavía no puede darse por finiquitada y existe una gran inestabilidad social, política y económica.
Todas estas disrupciones han generado nuevas necesidades en el mercado y han provocado cambios en las demandas de los consumidores. Precisamente por ello, la continuidad de la cadena de suministro, que como se ha constatado, no puede darse por sentada, nunca había sido tan relevante como ahora.
Los retos que deben afrontar las empresas de distribución y logística son grandes y numerosos, según explican en Manhattan Associates, pues el e-commerce a raíz de la pandemia ha incrementado exponencialmente el volumen de artículos y vehículos que deben movilizar, dificultando las tareas de planificación e implementación.
Por otro lado, se avanza hacia un mercado omnicanal en el que los consumidores utilizan todos los canales de venta de forma simultánea, y las marcas deben ofrecer una experiencia personalizada, tanto en tienda física como en lo digital.
Además, la falta de visibilidad en el transporte, la volatilidad de los precios del combustible, las nuevas tarifas, las regulaciones y los bloqueos internacionales están derivando en un aumento de los costes que presiona todavía más los márgenes de beneficios de las empresas, que no solo deben esforzarse para mejorar su rentabilidad, sino para reducir su huella de carbono.
La digitalización es la respuesta
Las actuales cadenas de suministro deben hacer muchos más malabarismos para aunar rentabilidad y sostenibilidad, pero, también, para garantizar la continuidad de sus operaciones. Para conseguirlo, deben ser capaces de adaptarse rápidamente a las necesidades del momento. O lo que es lo mismo, ser más ágiles y flexibles.
La digitalización es la palanca de esta resiliencia, pues tecnologías como la inteligencia artificial, el 'machine learning', la automatización o la robótica, permiten impulsar la eficiencia tanto del personal como de los equipos de los almacenes y centros de distribución.
También la nube brinda a las organizaciones la flexibilidad de poder seleccionar qué partes del software pueden mejorarse para gestionar frecuencias de cambios más elevadas, mientras que los microservicios buscan conseguir la agilidad técnica reduciendo el tamaño y las dependencias de distribución entre los componentes de un software.
Un buen ejemplo de ello es Manhattan Active Warehouse Management, un software de arquitectura de microservicios que siempre permanece actualizado, para que las empresas puedan centrarse en tareas de mayor valor añadido.
La clave para mitigar los efectos de las continuas disrupciones en las cadenas de suministro es apostar por tecnologías seguras, estables y confiables que las respalden de manera que estas sean capaces de pivotar rápidamente y ofrecer a los consumidores el servicio rápido y eficiente que esperan.