El retroceso de la demandade los consumidores como consecuencia en gran parte del brutal incremento de los precios que se mantiene en los últimos meses está empujando a la baja los costes del transporte y, al tiempo, también está reduciendo los inventarios de seguridad que muchas empresas habían ido acumulando en los últimos tiempos para poder hacer frente a nuevas disrupciones en las cadenas de suministro.
En este sentido, el último índice de volatilidad de la cadena de suministro global que elabora GEP se ha colocado durante el pasado enero en los 0,97 puntos, frente a los 1,61 en diciembre.
El registro muestra así que las cadenas de suministro globales siguen ganando fluidez y que registran al comienzo de 2023 su menor nivel de presión desde septiembre de 2020.
Sin embargo, el indicador también apunta que las mayores tensiones logísticas se registran en Europa, debido a que las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania afectan directamente al Viejo Continente y, de manera particular, a su abastecimiento de fuentes energéticas, así como algunos de los productos alimentarios básicos, principalmente cereales y aceite de girasol.
Al tiempo, el mayor descenso de la demanda de los particulares se están registrando en los Estados Unidos, país con una economía muy recalentada, en el que la demanda ha sido febril en los últimos meses y que ahora se enfrenta al doble efecto del encarecimiento del precio del dinero por la política de tipos de la Reserva Vederal y del aumento de tipos por la fuerte inflación.
Por otra parte, a nivel globalse observa una mayor estabilización en los inventarios, con más fluidez en el abastecimiento de materias primas y bienes intermedios, pero con escasez de mano de obra en el sector logístico.