Reza el viejo adagio apócrifo que si los soldados ganan las batallas, la logística gana la guerra.
Son innumerables los ejemplos en los que la gestión de los suministros ha decidido el éxito o el fracaso de múltiples campañas militares, desde las Guerras Púnicas hasta la (afortunadamente) fallida ofensiva nazi en el frente ruso, pasando por el Camino Español, entre otras, ya sea antes, ya estén por venir.
Así pues, la abyecta invasión de Ucrania por las tropas rusas no es una excepción a este factor crucial y, según analistas de inteligencia europeos y norteamericanos, parece que la mala gestión logística está dificultando, junto con la corajuda y valerosa resistencia del pueblo ucraniano, el avance de las tropas rusas por el país.
En concreto, parece que la falta de suministros de combustible y alimentos ha obligado a parar a un gigantesco convoy militar de más de cincuenta kilómetros de largo que se dirige desde hace unos días hacia Kiev, con la intención de estrechar el cerco a la capital ucrania.
Al parecer estas dificultades logísticas ya se habían detectado en los ejercicios militares previos que llevó a cabo el Ejército ruso en febrero dentro de las fronteras de su propio país y de Bielorrusia y que, una vez consiguieron solucionarse, implicó que los Estados Unidos alarmaran de la inminente invasión que finalmente acabó produciéndose a finales del pasado mes de febrero.
Pese a las mejoras en el suministro, parece que los problemas logísticosde las fuerzas de ocupación rusas (un 80% de las tropas que estaban antes de la invasión en la frontera con Ucrania ya ha entrado en el país) se mantienen, algo que, junto con la lucha por el control del espacio aéreo ucraniano, ralentiza el avance de las tropas.
La situación llega al punto de que los soldados rusos estarían rapiñando las pocas existencias de combustible existentes en Ucrania, mientras la población local está aleccionada para sabotear la gasolina que requisen las tropas invasoras.
Diversos analistas esperan un recrudecimiento de los combates.