Las más recientes previsiones descartan una recesión en Europa, pese a los riesgos que sigue suponiendo el conflicto armado en Ucrania para la economía del Viejo Continente.
Sin embargo, el contexto también dibuja una demanda débil en gran parte de los países europeos, debido especialmente a la espiral inflacionista y su correlato en una drástica subida de los tipos de interés que, en definitiva, implica menos dinero disponible en manos de los consumidores.
En concreto en el ámbito del transporte de mercancías por carretera, un reciente informe del Grupo Trans.eu apunta que la demanda de servicios de transporte en Europa crecerá un 1,1% anual frente al aumento de un 3,4% que se registró entre 2021 y 2022.
Esta menor demanda presionará los precios del transporte de mercancías, aunque, al mismo tiempo, los descensos en las tarifas están limitados por el hecho de que los costes de las empresas del sector siguen siendo altos y fuertemente volátiles, como es el caso particular del combustible en el actual panorama marcado por la invasión rusa de Ucrania y las sanciones económicas impuestas como consecuencia.
Así pues, ante un escenario tan complejo, el estudio aventura que el mercado tiende a reducir los plazos de los contratos, con el fin de ajustar precios sobre bases trimestrales o de seis meses como mucho, frente al anterior promedio de acuerdos fijos de entre un y dos años de duración.
Esta práctica permite a los transportistas ajustar sus precios de una manera más fiel a la realidad de sus costes en cada momento y, al mismo tiempo, ofrece a los cargadores la posibilidad de poder maniobrar especialmente en un contexto de escasez de oferta debida especialmente a la acuciante escasez de conductores profesionales que se vive en toda Europa, así como mantener sus costes.
