La Organización Marítima Internacional, OMI, ha recibido una petición por parte de Francia para establecer un límite global de velocidad para el transporte marítimo, con el fin de reducir las emisiones de la industria.
El gobierno galo, profundamente comprometido con el Acuerdo de París sobre el cambio climático, cree que es preciso ir por delante de los objetivos fijados por la OMI y se ha mostrado convencido de que la reducción de la velocidad podría ser una buena medida transitoria, aunque sería solamente temporal.
Además, para algunos tipos de buques no podría limitarse, como es el caso de los de pasajeros, con unos tiempos de tránsito que deben respetarse al máximo, o los que transportan mercancía sensible al paso del tiempo. Francia no ha especificado cuántos deberían acogerse a esta obligación, algo que pretende debatir con el resto de miembros de la Organización.
El segundo paso para la reducción de emisiones que propone el país consiste sustituir los objetivos globales de emisiones por una normativa basada en la velocidad, que afecte a toda la flota mercante y que recompense la innovación. Esto permitiría reducir, según sus cálculos, un 40% las emisiones para 2030 y un 70% para 2050.
El consumo de combustible aumenta de forma desproporcionada con la velocidad, aunque sería más sencillo implementar esta medida con los graneleros. Además, sería relativamente sencillo controlar su cumplimiento, según apuntan algunos actores de la industria que la respaldan.
No obstante, conviene resaltar que su aplicación exigiría el uso de más embarcaciones para cubrir las necesidades de la cadena de suministro, lo que inevitablemente contribuiría a un incremento de las tasas.