Mañana 19 de octubre es el día clave en el que desde Bruselas,la Comisión Europea hará pública su decisión sobre la futura Red Transeuropea de Transporte, TEN-T, una red a la que todos los proyectos españoles de corredor ferroviario quieren sumarse ahora.
El Corredor Mediterráneo parece ser el que cuenta con más apoyo por parte de la Admisnitración, erigiéndose como una pieza imprescindible en la columna vertebral de una nueva red que, si se llevaran a cabo todos los proyectos de los Corredores, dejaría de ser radial para pasar a ser mallada. Pero, aunque haya un claro favorito, el ministro de Fomento, José Blanco, ha precisado en varias ocasiones que el Gobierno ha apostado por la inclusión de los corredores Central, que discurriría desde Sines (Portugal) a París, enlazando con Lisboa, Madrid y Zaragoza; Atlántico, que enlazaría al País Vasco con Oporto; Cantábrico Mediterráneo, que unirá el País Vasco con Valencia, pasando por Zaragoza; y Atlántico Mediterráneo, que conectaría Sines con Valencia.
Desde Fomento aseguran que “se trata de lograr una auténtica red mallada de mercancías y viajeros, vital para potenciar la competitividad de nuestra economía y disponer de un sistema logístico eficiente, que es un valor estratégico capital”.
El Corredor Mediterráneo
Sin embargo, y a pesar de que el ministro ha intentado contentar a todas las partes expresándose a favor de todas ellas, ninguna parece estar contenta con la posibilidad, de que todas sean reconocidas como ejes transeuropeos prioritarios. La razón es que Bruselas sólo financiará, el 13% de los corredores, aunque pueda aumentar la aportación final a través de los fondos de cohesión . El resto depende del Estado y, por tanto, será el Gobierno el que decida priorizar qué inversión es más necesaria en un momento de grave crisis económica. Tan sólo la puesta en marcha el Corredor Mediterráneo supondrá una inversión de más de 51.300 millones de euros, de los que hasta el momento se han ejecutado inversiones por valor de 9.450 millones de euros.
El Corredor Mediterráneo es el que parece que cuenta con más posibilidades, sobre todo después de que el eurodiputado de CiU Ramon Tremosa haya augurado que la Comisión Europea priorizará el Corredor Mediterráneo frente al Corredor Central, aunque su trazado acabaría en Cartagena y no llegaría hasta Algeciras, tal y como reclama Ferrmed, aunque se aseguraría de esta forma la conexión con Francia de los puertos de Barcelona, Tarragona y Valencia.
Para Blanco, “el Corredor Mediterráneo no es cuestión de política, sino de números”. El Corredor discurre a lo largo de casi 1.300 km por cuatro comunidades autónomas (Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía) y aglutina prácticamente a la mitad de la población española y el 40% del PIB. Además, el ejecutivo ya invertido más de 9.000 millones de euros en el proyecto y ha manifestado que destinará 51.300 millones de euros hasta 2030.
Disputas regionales
Las declaraciones del ministro no agradaron al resto de comunidades en pugna por su Corredor, como a la presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, que acusó al titular de Fomento de “tomar el pelo a las comunidades autónomas a las que prometió que la Travesía Central se incluiría como Red Básica”.
Pero, ¿por qué quieren estar todos incluidos en esta ampliación de le Red Transeuropea de Transporte?. Porque, además de la propia inyección de dinero, la inclusión de los distintos corredores como ejes prioritarios de la red transeuropea de transporte de mercancías repercute de forma muy positiva en la economía de la región.
La creación de puestos de trabajo asociados supondría la disminución de las tasas de desempleo en esas regiones, tal y como se han asegurado de pregonar los responsables políticos locales. Así, por ejemplo, la Diputación de Castellón ve "irrenunciable" el eje mediterráneo, "que acabará con el 27% del desempleo en la provincia de Castellón", en palabras de la consejera Bonig de la Generalitat Valenciana.
Además, el desarrollo logístico que conlleva las haría más atractivas para la inversión empresarial. Por tanto, la inclusión trasciende más allá de una simple mejora del sistema ferroviario y lleva a sus protagonistas a disputas territoriales, pues, aunque todos afirman que las otras opciones son complementarias y necesarias, los hay, como el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona Miquel Valls, que no dudan en asegurar que “se deben establecer prioridades, y la prioridad debe ser el Corredor Mediterráneo”.