La consultora Watson Farley & Williams ha hecho público el informe "El imperativo de la sostenibilidad", en el que analiza el impacto de la sostenibilidad y de la agenda ESG en el sector del transporte marítimo.
El estudio trata de mostrar el actual encaje de estos conceptos con los nuevos desafíos geopolíticos, como la guerra en Ucrania, además de dar pautas en el camino a seguir, analizando las nuevas tecnologías disponibles, cómo se financiarán y las posibles nuevas normativas en ámbitos como el comercio de derechos de emisión de carbono.
Para su elaboración ha realizado una encuesta mundial a unos 500 ejecutivos y altos directivos del sector de la que, entre otras conclusiones, se extrae que no saben cuánto tiempo tardarán en cumplir los objetivos ESG, con un 28% que cree que lo podrán hacer en un plazo de cinco años.
También se ha comprobado que, en la actualidad, los armadores se han vuelto más colaboradores, con dos tercios de los preguntados dispuestos a formar asociaciones para fomentar la innovación. Actualmente, el 56% ya está en círculos vinculados a ESG y casi todos informan de progresos tangibles.
Asimismo, a día de hoy hay más preocupación por elegir la tecnología adecuada que por cómo pagarla, señalando la incertidumbre regulatoria y tecnológica, más allá del coste, como la mayor limitación a la inversión en reducción de emisiones.
Otro dato relevante es que tanto el GNL como el GLP han quedado por detrás de muchos otros combustibles alternativos en la planificación de sostenibilidad de los armadores.
En este sentido se apunta como causa de esta opinión a que ambas ya se consideran opciones de combustible de transición, aunque la preocupación por los escapes de metano o las consecuencias de la guerra de Ucrania podrían ser otras posibles causas.
Por último, un 91% de los encuestados acepta tanto la necesidad del comercio de dióxido de carbono como de los mecanismos de compensación, importantes para la reducción de las emisiones.
Sin embargo, el apoyo es menor en el continente americano, donde el 28% cree que los combustibles limpios casi anularán la necesidad del comercio de dióxido de carbono y las compensaciones.