El primer efecto inmediato de esta crisis sanitaria en la campaña 2019/2020 fue una explosión de los volúmenes de exportación, sobrepasando todos los programas, y motivado todo ello por los confinamientos generalizados de la población europea que, ante las restricciones de movilidad impuestas por los gobiernos, multiplicaron por varios dígitos su demanda de frutas y hortalizas.
Pero esta subida vendría acompañada pronto de un derrumbe radical de todos los pedidos industriales, entendidos éstos como todos aquellos no considerados de primera necesidad (alimentación, farma, material médico-hospitalario, o algún otro sector auxiliar a estos).
El caos más absoluto Export/Import estaba servido, y en la fase crucial de la temporada. Pero repasemos las claves más importantes por separado.
Puntualidad en las exportaciones en el arranque de campaña
En campañas anteriores, el retraso en el arranque de los primeros programas de exportación fue una de las notas habituales, destacando especialmente el capítulo de los ‘chalecos amarillos’ de Francia de la última campaña, que bloqueó en gran medida muchos primeros viajes y retrasó hasta diciembre el ritmo regular de salidas.
Sin embargo, este 2019-2020 sí ha sido puntual en el pistoletazo de salida, y finales de octubre-comienzos de noviembre dieron paso a las primeras exportaciones de cítricos, que pudieron ir alcanzando su ritmo de crucero sin contratiempos.
[sumario]La campaña 2019-2020 ha sido puntual en el pistoletazo de salida a finales de octubre-comienzos de noviembre con las primeras exportaciones de cítricos[/sumario]
Entre noviembre y finales de enero, los volúmenes de cítricos se situaron en cifras habituales de anteriores campañas, superando claramente las cifras de 2018-2019, cuando asistimos al retraso acusado por los sucesos comentados de Francia.
Según datos de Intrastat, recogidos por Datacomex (Ministerio de Industria), el volumen de cítricos se situó en este período en un 30,78%, en línea con la media de los últimos años que está en un 30,58%, salvo la excepcional cifra del año pasado, que fue un 26,34%.
En valor, este primer trimestre asistía a una subida general de precios de un +10,91% de media, motivada por una gran subida en oferta de mandarinas, buenos crecimientos en naranjas y pomelos, y estabilidad en limones.
El Covid-19 dispara la Export, pero hunde los retornos
El segundo trimestre ha estado protagonizado sin duda por la irrupción de la pandemia, que ha supuesto un desequilibrio export-import sin precedentes, y que lastró de forma decisiva la regularidad y rentabilidad estable del trimestre anterior.
Es cierto que el sector supo aprovechar el fortísimo tirón de demanda de frutas y verduras entre marzo y abril, con datos que reflejan aumentos considerables de volúmenes de media de un 8% entre los dos meses, y subidas de precios de más de un 12% de media, según datos de Fepex. Se puede decir que desde finales de febrero hasta casi finales de abril (un mes y medio aproximadamente), el frigo respondió con fuerza a la sobre-demanda de los grandes grupos compradores europeos, en pleno confinamiento. Se exportó más y con subidas de precios, basadas cada vez más en la enorme dificultad que acechaba en conseguir retornos para los camiones.
El sector supo aprovechar el fortísimo tirón de demanda de frutas y verduras entre marzo y abril.
En este período, por tanto, el sector se adaptó con eficacia,aprovechó el momento de fuerte consumo de producto hortofrutícola, y aguantó como pudo los retornos con los clientes. Pero el desastre que se veía venir se materializó desde finales de marzo, golpeando con toda su crudeza durante abril y mayo, cuando las bajadas de camiones en vacío se convirtieron desgraciadamente en algo habitual cada semana.
El desplome del consumo, y la paralización de fábricas en toda Europa, hizo saltar por los aires las líneas fijas de import acordadas, algunas reduciendo número de camiones/semana y otras directamente cancelándolas al completo.
La fruta de verano aguantó hasta junio, volúmenes a la baja
Los volúmenes de fruta de hueso en abril, primer mes de campaña, doblaron las cifras de 2019, con la mayor parte de los consumidores europeos confinados en sus domicilios. Los precios también aumentaron en este mes, totalizando ventas por valor de 41 millones de euros, frente a los 21 millones de abril de 2019.
Sin embargo, las primeras cifras generales que se extraen de la campaña de fruta de verano afloran una menor producción con respecto a 2019, aunque con ligera mejora de precios.
El recorrido de la campaña no dio para más allá de junio, y con el arranque de julio se dio por inaugurado el verano con un descenso en picado de las exportaciones.
[sumario]De finales de febrero a finales de abril el sector se adaptó con eficacia, aprovechó el momento de fuerte consumo de producto hortofrutícola, y aguantó los retornos hasta que pudo[/sumario]
Según cifras del Observatorio de Precios y Mercados de la Junta de Andalucía, la campaña de fresa de Huelva cerró con una bajada del 21% de producción, y una caída general de pedidos de los mercados europeos de cerca del 50%.
Prometedor tramo inicial para las importaciones
Los previos de la campaña y los primeros compases dibujaron un escenario prometedor. La marcha del mercado español era positiva y las previsiones de pedidos de los fabricantes europeos para nuestro país bastante optimistas, lo que planteó diversos flujos regulares de transporte y el acuerdo para distintas rutas anuales de import.
El primer trimestre de noviembre a enero, con campaña de navidad incluida, confirma las previsiones y mejora tanto el volumen como los precios de las importaciones, en ratios del 2-3% y del 0,3-0,5%, respectivamente, con respecto al ejercicio anterior.
Los principales países exportadores del Norte y Centro de Europa: Alemania, Benelux, UK, entre otros, presentaban mejores cifras de pedidos, y junto a ellos los mercados pujantes del Este de Europa, con Chequia y Polonia a la cabeza, también depositaban en España estimaciones positivas.
El Coronavirus destroza el tejido industrial europeo. El gran abismo a partir de abril
A mediados de febrero España decretaba el estado de alarma, con un avance incipiente de la pandemia y aún con unos efectos y recorrido de la misma completamente desconocidos. En el sector, los primeros efectos se empiezan a notar entre mediados y finales de marzo, cuando el ritmo de importaciones empieza a bajar en general, y los volúmenes de pedidos de las fábricas comienzan a acusar la caída del consumo en productos no considerados de primera necesidad.
Esto se tradujo en una primera revisión a la baja del ritmo de pedidos (número de camiones) que salían a la semana desde los distintos centros de carga europeos con destino a España. Las rutas fijas anuales aguantaron el primer embiste de la pandemia, ajustando sus pedidos, pero la evolución de la crisis sanitaria, con cifras de contagios y fallecimientos en una escalada imparable en toda Europa, y España encabezando la lista de los más afectados, precipitaron un desastre sin precedentes en el conjunto del tejido industrial europeo exportador.
Retornos en vacío a discreción y desangre del sector
Durante el mes de abril y casi mayo al completo, no hubo más remedio que comenzar a bajar todas las semanas camiones en vacío, en medio de una destrucción sin freno de los retornos, incluyendo los del sector alimentación que veían cómo el aprovisionamiento propio del inicio de campaña de turismo en España se venía abajo sin visibilidad de recuperación. Todas las flotas principales no tuvieron más remedio que ir retornando un porcentaje de la flota sin carga de vuelta, para atender a la demanda activa de Export que se sostuvo hasta finales de junio.
Con la entrada de julio se precipitó casi sin margen de transición una abrupta caída de la exportación.
A partir de junio precisamente, y con el fin del estado de alarma en España el día 21 de ese mes y del desconfinamiento general en Europa,las empresas pudieron ir cortando la hemorragia de los retornos en vacío, a medida que iban reactivándose algunas producciones paradas.
No obstante, el frágil consumo en general en España, junto con una campaña de turismo a menos de medio gas y llena de incertidumbre, redujo al mínimo la demanda de sectores cruciales en esta época como hostelería y establecimientos hoteleros.
Junto a ello, la entrada de julio precipitó casi sin margen de transición una abrupta caída de la exportación, dibujando un escenario de disponibilidad de camiones más propio de pleno agosto que de primer mes de verano.
Resultado: la campaña no tuvo ni el pequeño ‘estirón’ necesario para atender la modesta reactivación de algunos pedidos generados durante julio.
La industria europea queda noqueada y sin previsiones
El verdadero temor de los actores principales de la industria exportadora europea y, por extensión, el de sus proveedores de transporte internacional, no es otro que el de una recaída por Covid-19 en estos meses de octubre-noviembre con nuevas medidas restrictivas de los gobiernos europeos, que supongan de nuevo el bloqueo de diferentes sectores económicos y del consumo, en general.
Esto hace que sigan paralizados buena parte de los proyectos empresariales propios de estas épocas, que derivan en planteamiento de nuevos flujos de transporte (lanzamiento de tenders, por supuesto), y que la incertidumbre sea la nota predominante en todo tipo de actividades industriales.