Las navieras no han sabido afrontar el incremento de los costes operativos y han tenido que imponer nuevos recargos a sus clientes.
En 2018, los estibadores han protagonizado diversas huelgas en Portugal, que han tenido como resultado graves retrasos en la carga y descarga de mercancías. Pese a que en junio, parecían haber alcanzado un acuerdo con las empresas del sector, en agosto se han sucedido varios paros y en septiembre se ha producido una huelga de 24 horas.
En ella, se ha protestado por las prácticas llevadas a cabo por las Autoridades Portuarias del país, que están afectando a la profesión. En concreto, el sector de la estiba reclama unas mejores condiciones laborales y un incremento de los salarios.
Las consecuencias de sus paros las ha sufrido especialmente el puerto de Lisboa, que ha experimentado un continuo descenso de la eficiencia operativa, con los consiguientes problemas de congestión portuaria.
Las navieras no han sabido afrontar el incremento de los costes operativos y han tenido que imponer nuevos recargos a sus clientes o incluso dejar de escalar en la instalación lusa, que cada vez sufre más retrasos en la llegada y atraque de los buques, a pesar de que se haya reducido el número de embarcaciones que la visitan.
La solución de Maersk en septiembre fue trasladar sus escalas al vecino puerto de Leixoes, desde donde ha estado transportando la mercancía hasta Lisboa en ferrocarril. Otras, como CMA-CGM o MacAndrews, han optado por aplicar recargos a sus clientes.