Al borde del abismo

La cosa está chunga y no es una queja injustificada. La caída de empresas con muchos años en el mercado así lo atestigua. La morosidad empieza a ser preocupante.

24/11/2018 a las 20:09 h

El transporte internacional de mercancías en camiones frigoríficos atraviesa uno de sus peores momentos; ni siquiera durante el largo período de crisis económica que ha atravesado España las cosas habían ido tan mal.

Tratando de buscar una explicación y teniendo en cuenta que el volumen de las exportaciones no ha disminuido, más bien al contrario, por lo que no es achacable a una disminución de la demanda, podemos concluir que son otros los factores que están influyendo en esta delicada situación.

El precio del gasóleo, puede ser uno de ellos ya que ha experimentado una importante subida. En lo que va de año casi un 8%, pero si nos retrotraemos a enero de 2016, la subida acumulada supone casi un 32%, una cifra desmesurada que se ha ido cebando en la cuenta de resultados de las empresas que no han sido capaces de repercutirla en los precios del transporte.

Un segundo factor, ha sido el incremento de flota de manera desproporcionada debido a las facilidades crediticias actuales, muy lejos ya del cierre al crédito que se mantuvo en los años de crisis y que evitó los disparates que hemos visto últimamente.

En tercer lugar, la competencia desleal propiciada por las empresas buzón, las falsas cooperativas, las empresas del Este de Europa, y otros sistemas que se vienen arbitrando por algunos para lograr abaratar los costes del transporte y, a la vez, obtener beneficios atípicos, por ejemplo, el arrendamiento de vehículos a autónomos y pequeñas empresas de transporte.

Como cuarto factor estaría el abuso de los clientes que se aprovechan de la situación de debilidad del transportista estableciendo unas condiciones de contratación onerosas tanto en los servicios como en el precio y en los plazos de pago.

Otros factores a considerar serían las cada vez más complicadas exigencias de todo tipo para la realización del transporte, entre las que cabría citar el cumplimiento del salario mínimo en distintos países, la prohibición del descanso semanal normal –de momento- en cabina del conductor, la prevención de riesgos laborales, etc.

La cosa está chunga y no es una queja injustificada

La caída de empresas con muchos años en el mercado, así lo atestigua. La morosidad empieza a ser preocupante entre los prestatarios de servicios o aprovisionamientos al transporte.

La luz roja se ha encendido y el aviso es serio. Y por si era poco, el Gobierno amenaza con una subida en el impuesto de hidrocarburos que afectaría al gasóleo, los cargadores empecinados en imponer las 44 toneladas y los 4,5 metros de altura para los vehículos, las comunidades autónomas dispuestas a cobrar la euroviñeta, el desvío obligatorio a las autopistas de peaje, la estiba, ...

A todo esto hay que añadir el descontento, cada vez más importante, de los conductores que empiezan a cansarse de que su trabajo no esté reconocido y no me refiero solo económicamente, sino por el trato el trato que reciben en los almacenes donde ellos mismos tienen que descargar el vehículo, cargar los palés, soportar horas interminables de espera, mal trato personal, etc.

Todo ello está haciendo que la profesión de conductor sea cada vez menos atractiva y que estemos empezando a sufrir sus consecuencias.

El desconcierto es total y nadie es capaz de poner orden y sentido común, ni este Gobierno ni el anterior y tampoco la Unión Europea. Esto se está convirtiendo en una selva que seguro, más temprano que tarde, acarreará consecuencias para la economía y no serán buenas.

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Manuel Pérezcarro

Secretario General CETM Frigoríficos y FROET

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