Las carreteras que generan electricidad ya son una realidad
La electricidad, como fuente de energía "respetuosa" con el medio ambiente, está en el centro del debate por producir energías limpias. Y el sector del transporte, responsable de una parte importante de las emisiones de GEIs (Gases de Efecto Invernadero), no escapa a la misma.
En medio de este reto en el que se encuentra la industria, Francia ha inaugurado en diciembre de 2016 en la región de Orne la primera carretera del país que produce electricidad, para lo que ha sido necesario un gran trabajo de investigación por parte de los departamentos técnicos y científicos del Grupo Colas, que ha sido el responsable del desarrollo del proyecto en los últimos cinco años.
Los ingenieros del proyecto pensaron que se podrían conferir a este tipo de vías otras utilidades, además de servir de soporte para la circulación de vehículos. Entre ellas, se planteó la posibilidad de producir energía a partir de placas fotovoltaicas, en colaboración con el Instituto Nacional de Energía solar y Wattway, aunque la idea tardó unos años en concretarse.
En total, se han invertido cinco millones de euros en la construcción, lo que supone que la energía producida es 13 veces más cara que la generada de forma tradicional. Sin embargo, al estar en una fase experimental, se prevé que sus costes se reduzcan rápidamente, pudiendo dividirse por 10 en los próximos meses, por lo que el modelo de negocio podría resultar interesante.
La solución no podría aplicarse a todas las infraestructuras viarias del país, pero en ciertas zonas, puede ser una solución complementaria, como en las instalaciones industriales aisladas. Se espera recabar información suficiente en los cientos de pruebas piloto que se implanten en los próximos dos años, previas a la comercialización de esta tecnología.
Antecedentes de la infraestructura
El primer proyecto de este tipo, que se puso en marcha en 2015, permitía la circulación de turismos y camiones, aunque los objetivos eran más ambiciosos y estaban relacionados con la creación de ciudades inteligentes a partir de nuevas tecnologías para mejorar la calidad y reducir los costes de los servicios urbanos.
En 2008, una pareja de investigadores americanos colocó captadores solares octogonales sobre los que se podía caminar, pero que no eran transitables por vehículos.
Después de tres años, Holanda probó el sistema con un carril bici sobre la vía principal, y finalmente los alemanes comenzaron a trabajar en una ruta circulable, aunque aún no se ha presentado oficialmente.