España vive momentos complicados. A la inestabilidad política de los últimos años se ha sumado la devastación humana y económica que ha dejado la dana en Valencia el pasado 29 de octubre.
Sin embargo, el país cuenta con una sociedad fuerte, así lo demuestra la inmensa solidaridad que como suele ser habitual por estos pagos, se desborda cada vez que es necesario. España saldrá adelante. No cabe duda.
Valencia es uno de los principales focos de actividad logística del país. La conectividad de su puerto con el centro peninsular y su potencia para los tráficos de contenedores han convertido a la provincia en un hub de primer orden para España.
Allí ahora los daños son inmensos, más allá del doloroso número de personas fallecidas, costará devolver la actividad a un estado similar al que había hasta hace unas semanas
Sin embargo, España tiene fortalezas que hay que explotar adecuadamente y con la prioridad puesta, sin abandonar otros territorios, necesitados también de inversiones y atención, en recuperar la economía valenciana cuanto antes.
El sector inmologístico tiene que jugar un papel de primera magnitud en esta tarea. En el entorno de la capital del Turia están afectados más de 2,2 millones de metros cuadrados de activos logísticos que hay que poner al día y en perfecto estado de revista cuanto antes.
Es un drama, sí. Pero la vida sigue. Y no queda más remedio que continuar y asumir esta situación como una nueva oportunidad para impulsar la actividad en un sector que, tras una primera mitad de año plana, parecía ver la luz a la vuelta del verano, como reflejan los últimos datos de inversión y contratación.
Son muchas las piedras en el camino. Los próximos meses serán cruciales para ver si esta tendencia se consolida o si solo es un espejismo.
En los próximos meses, habrá que ver los primeros movimientos de la nueva administración Trump, que jugará un papel esencial a escala global, y, en paralelo, la senda que habrá de tomar la situación política española, que en algún momento tendrá que abandonar el callejón sin salida en que lleva atrapada desde hace años.
La incertidumbre global no ayuda, la marejada interna, tampoco, pero a un paso sigue otro, y a este, otro más. Con la mirada al frente, son inevitables los traspiés siempre que se avanza.