El transporte y el almacenamiento son puntos críticos para una adecuada preservación de la cadena de frío, algo imprescindible para algunas mercancías, incluyendo alimentos perecederos y algunos compuestos farmacológicos.
Para garantizar el control de la temperatura se ha avanzado mucho en las últimas décadas en el desarrollo de equipos de transporte isotermos que conservan el frío.
De igual manera, los almacenes frigoríficos han vivido una evolución paralela en la que, junto con la eficiencia de las construcciones, también se ha avanzado en las mejores condiciones de aislamiento y, del mismo modo, en la eficiencia del consumo energético para mantener el frío a un coste más moderado.
Con almacenes frigoríficos avanzados se gana en eficiencia en la conservación de mercancía a temperatura controlada, se reduce el impacto medioambiental de una actividad intensiva en el consumo de electricidad y se garantiza de un modo eficaz la seguridad y las condiciones de los productos refrigerados hasta que estén a disposición de los consumidores finales.
De manera muy básica, los almacenes frigoríficos pueden ser de refrigeración, para productos almacenados a una temperatura de entre 0ºC y 10ºC, y de congelados, para productos de entre -1ºC y -30ºC.
Factores que condicionan el diseño
El tipo de mercancía y sus necesidades de frío son esenciales tanto para la construcción de los propios almacenes, así como para su composición interna, funcionamiento y equipamientos.
De igual modo, además del tipo de mercancía, también tiene su impacto en el diseño de cada almacén refrigerado otros aspectos como la capacidad de recepción y envío, los muelles de carga y áreas de almacenamiento temporal, los sistemas de almacenaje, la disposición de las puertas frigoríficas, el uso de equipos de manutención adecuados y la instalación de sistemas de seguridad correctos.
A la hora de abordar la construcción de un almacén frigorífico existen una serie de puntos críticos que deben tenerse en cuenta para garantizar el correcto mantenimiento de la cadena de frío.
Todos ellos están relacionados con la utilización de un aislante adecuado tanto en la envolvente, la estructura, el suelo y los accesos.
Particularmente, los almacenes frigoríficos suelen estar dotados de un una cámara en la parte superior, tubos de circulación de aire, evaporadores y un pasillo elevado aislado para el mantenimiento de estas estructuras.
Además, el suelo de un almacén frigorífico también tiene un papel crítico en su rendimiento, por lo que es imprescindible garantizar un aislamiento total para evitar la condensación y garantizar el aislamiento térmico, algo que se logra mediante la instalación de paneles aislantes o con una solera de hormigón aislada.
Por otra parte, los flujos de la mercancía, la disposición de la mercancía para su almacenaje y la optimización también son factores para reducir el tiempo de exposición del personal a bajas temperaturas y evitar posibles accidentes que pueden ser críticos en condiciones tan extremas.
En especial, muelles y puertas de acceso son los lugares que mayor riesgo de rotura de la cadena de frío presentan, por lo que su diseño y aislamiento es crucial.
Consecuentemente, también son fundamentales los equipos de manutención que se emplean y las condiciones de las estanterías.
El centenar de almacenes refrigerados de los socios de Aldefe tiene una capacidad acumulada para albergar 2,2 millones de metros cúbicos.
De igual manera, las especiales condiciones de temperatura de estas instalaciones las hacen muy adecuadas para el desarrollo de iniciativas de automatización, con el fin de grantizar la máxima eficiencia y la adecuada preservación de la cadena de frío.
En España, hay un centenar de almacenes frigoríficos operativos, según datos de los asociados de Aldefe.
Con más detalle, once están en Galicia, cuatro en Asturias, tres en Cantabria, ocho en el País Vasco, cuatro en Navarra, dos en La Rioja, cuatro en Zaragoza y 26 en Cataluña.
De igual modo, en la Comunidad Valenciana operan otros siete, cinco en Castilla y León, catorce en la Comunidad de Madrid, así como otros ocho en Andalucía y dos más en Canarias, mientras que Extremadura y Murcia suman otro almacén refrigerado asociado a Aldefe cada una.
Todos ellos, dependientes de 74 empresas, acumulan una capacidad frigorífica total de unos 2,2 millones de metros cúbicos, a la que se suman otras instalaciones de productores y de diferentes actores logísticos.