Los ministros europeos de Transporte han dedicado gran parte del consejo informal que celebran esta semana en Bruselas a la bicicleta.
La bici, dicen los de la cosa del transporte y la movilidad europeos, es un modo esencial para promover la movilidad activa de los ciudadanos de la Unión Europea.
Sin embargo, a buen seguro, parece que ninguno de ellos se ha desplazado hasta la capital comunitaria pedaleando. No ha trascendido, por lo menos, semejante sacrificio.
Y es una lástima, porque el periplo de alguno de ellos podría haber dado lugar a grandes etapas, desde los colosos pirenaicos o alpinos, hasta el duro pavés centroeuropeo, pasando por las largas llanuras del este, propicias para los ataques de potentes rodadores y para los crueles abanicos que provoca el viento de lado en los pelotones. E, incluso, rompiernas de media montaña, que son jornadas temidas por cualquier ciclista.
El ministro español de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, ha ratificado el compromiso del Gobierno español con el impulso de la bicicleta y ha asegurado que se mostrará “implacable” ante cualquier retroceso, a la vista, mayormente de que "algunos gobiernos de ciudades españolas están desmantelando carriles bici".
Ve a la bicicleta en peligro el ministro Puente. No es de extrañar. A la gente, sobre todo a los más jóvenes, qué le vamos a hacer, le ha dado por los patinetes. Al parecer, molan más aunque puedan explotar si no se cuidan las baterías, son más caros, más modernos, que diría Umbral, y exigen, fíjate tú, menos esfuerzo.
Es como si al ciclismo se le hubiera agotado la épica y ahora solo le quedara el 'doping' y los burócratas de Bruselas para dejar de hacer la goma, que dirían en argot los más salvajes.
Desde luego que tiene su importancia la bicicleta. Solo faltaría. Además, como atestiguan en Castilla, hay más días que longanizas, así es que por qué no habrían de dedicar los ministros de Transportes una de sus reuniones a este modo de transporte humilde y sano, casi olvidado. Ya tendrán ocasión para analizar otros asuntos en alguna otra reunión, que esta Legislatura ya está amortizada y tal.
De eso va la política precisamente: de elegir cuáles son las prioridades. Claro que esas decisiones que se toman también repercuten en la percepción que la ciudadanía tiene de los políticos europeos, de lo que hacen, o, en este caso, de lo que dejan por hacer, y, por ende, también de en qué está quedando esta magna empresa que una vez fue la Unión Europea tras décadas de avanzar a pedales. Precisamente.