Evitar el desperdicio de alimentos tanto en España como en el resto del mundo requiere de la concienciación, el esfuerzo y la colaboración de toda la sociedad en su conjunto.
En el ámbito empresarial, una vez que se consigue el objetivo de que las multinacionales y grandes cadenas de distribución donen los excedentes a los bancos de alimentos y otro tipo de organizaciones que se encargan de su valorización, entra en juego un actor básico en esta cadena: el sector de la logística y, especialmente, el del transporte por carretera.
Más allá de iniciativas particulares que las empresas de transporte, distribuidoras y organizaciones puedan acometer de forma conjunta y unilateral, destaca la iniciativa ‘La alimentación no tiene desperdicio’ promovida por Aecoc para reducir el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de valor. Uno de sus objetivos es el de maximizar el aprovechamiento de los excedentes mediante la redistribución a bancos de alimentos.
Con este fin, varios operadores logísticos, entre otros Carreras, Acotral, DHL o Logifrio, se han adherido a la iniciativa prestando sus servicios de transporte de los productos donados a los bancos de alimentos sin coste económico para éstos. Dichas operaciones se articulan optimizando el servicio regular que las compañías llevan a cabo para sus clientes.
Bajo el mismo acuerdo, los operadores también ceden espacios gratuitos de almacenaje a los bancos de alimentos, tanto en sus almacenes como en cámaras de frío. Por otro lado, colaboran en las labores de formación de los voluntarios de los bancos de los alimentos en el ámbito de la logística y el transporte.
El sector será aún más importante en el futuro
Durante la última ‘World Cold Chain Summit’ contra el desperdicio alimentario se ha puesto de manifiesto que el transporte y la logística a temperatura controlada serán aún más importantes en el futuro, ya que la sociedad se va alejando progresivamente de las zonas de producción de los alimentos: la población mundial crecerá un 30% hasta el 2050 y el 70% vivirá en ciudades.
Hay otro gran desafío al que el mundo se enfrenta y en el que la expansión de la logística frigorífica es vital: actualmente, menos del 10% de los alimentos perecederos se refrigeran, por lo que el reto es ampliar la actual cadena de frío de los países desarrollados a aquellos en desarrollo.
Además, el desperdicio alimentario también tiene un enorme impacto en la emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Según se ha indicado en la misma reunión internacional, la pérdida de los alimentos y los residuos generados se traduce en 3.600 de toneladas métricas de CO2 al año. Si se clasificarán como país, los residuos de alimentos serían el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo.