A Albert Einstein suele atribuírsele, entre otras muchas,una frase que, más o menos, dice así: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Aunque en realidad el físico nunca la pronunció, no me resisto a recordarla aquí como motivo de reflexión sobre nuestro sector, el transporte.
Un sector económico fundamental que, a juzgar por lo que se oye y se lee, parece aquejado de los mismos males década tras década. Como si estuviésemos permanentemente “pasando el sarampión”.
Para muestra, lean lo que un ex alto cargo de lo que hoy es el Ministerio de Fomento, escribió para el diario “El País”, en la sección de Economía hace casi cuarenta años - el 26 de Julio de 1978, para ser exactos y para quien quiera comprobarlo en la hemeroteca-: “Es evidente el progresivo aumento de los problemas de los transportes en los últimos años, después de un prolongado período de desorganización causado por la falta de atención que se les ha dispensado (…) En la enrarecida atmósfera del transporte internacional, afectada seriamente por la crisis económica, aparecen factores que distorsionan fuertemente lo que podía ser, pero no es, un mercado libre”.
[sumario]En nuestro mundo resulta vital que exista un sector de transporte de mercancías eficaz y eficiente.[/sumario]
Nuestra actividad, los servicios que prestamos desde nuestras empresas con nuestros equipos humanos y medios técnicos, no es que sea importante, ni muy importante… es, sencillamente, imprescindible. En nuestro mundo resulta vital para la industria, el comercio, el turismo y para casi todos los sectores productivos de la economía, que exista un sector de transporte de mercancías eficaz y eficiente.
Hoy por hoy, ello es imposible de separar de la carretera, sola o en combinación con el resto de modos, especialmente en nuestro país que está a la cabeza de Europa en cuanto a red de carreteras de alta capacidad. El transporte de mercancías, de hecho, es un sector estratégico y que, a estas alturas, aún no lo sea de derecho es un claro síntoma de que quizá la frase “einsteniana” que abría este texto nos afecta de lleno.
Imprescindible para nuestra economía
Además, mejoramos continuamente casi cualquier ratio por los que se pueda medir nuestra actividad, incluido el de accidentalidad vial. Muchos de nuestros empresarios podrían presumir con razón de haber salvado sus compañías de una devastadora crisis económica a base de innovación, diversificación de mercados y reingeniería de procesos.
Nuestro transporte internacional es el segundo de la UE por delante de países que duplican nuestra población y hasta triplican nuestro PIB, y sin embargo, le viene a uno a la mente la cacareada “crisis perpetua del teatro español” como único parangón posible con lo que nos sucede a nosotros.
Si precisamos ya en el transporte de mercancías por carretera como parte que nos toca más de cerca dentro del sector transporte, persiste entre nosotros una especie de convencimiento colectivo, cuajado durante muchos años, de que “no tenemos remedio”: que la sociedad no valora como se debería nuestra aportación al bien común, que nuestra “mala prensa” no se puede cambiar y que precisamente los que más nos necesitan, nuestros clientes, son una especie de conglomerado de abusadores que disfrutan humillándonos y se enriquecen a nuestra costa con el beneplácito, cuando no la ayuda, de las Administraciones Públicas.
Es hora de cambiar de “registro”
Es necesario, como se dice ahora, ‘poner en valor’ lo bueno que tenemos, que es mucho. En un sector como el español, con más cien mil empresas, lógicamente hay de todo, pero tenemos muchos empresarios exitosos que han hecho crecer sus cifras a pesar de los pesares y no sólo de plantilla y facturación, sino también de calidad, de satisfacción de sus clientes y proveedores, de motivación de sus plantillas, de aplicación de las nuevas tecnologías y de internacionalización de sus empresas.
[sumario]El transporte es una industria estratégica para una economía globalizada y esto debería bastar para lograr una mayor consideración de las necesidades de este sector en las decisiones políticas.[/sumario]
Es hora de dejar de clamar por un protectorado normativo propio de otros tiempos y, sobre todo creo yo, es hora de hablar bien de nosotros mismos, de enorgullecernos de los éxitos de los colegas de profesión y que estos nos sirvan de acicate adicional para mejorar nuestra propia empresa.
Ya hay suficientes voces fuera que se encargan de hablar mal de nuestra actividad, desde los que nos acusan de antiecológicos o causantes de accidentes hasta los que hablan de este sector en términos de “nuevo esclavismo”, como para que andemos haciéndoles eco desde nuestro lado.
El transporte es una industria estratégica para una economía globalizada y esto debería bastar para lograr una mayor consideración de las necesidades de este sector en las decisiones políticas y una mayor atención a las opiniones empresariales en la actuación del sector público.
Pero no nos engañemos, dejar en manos de las Administraciones la mejor marcha de nuestra imagen pública y de nuestros balances empresariales es, en el mejor de los casos, demasiado infantil. Un buen amigo de este “mundillo” me dijo una vez que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. Quizá no le falte razón y por eso creo que es hora ya de dejar de hacer “siempre lo mismo”, como primer paso para lograr resultados distintos.
Ramón Valdivia
Director General de Astic