El mosaico de regulaciones que existe en Europa con respecto a los pesos y dimensiones de los vehículos supone un lastre desde hace tiempo para algunos segmentos específicos del transporte de mercancías que utilizan unidades con medidas que se salen de lo convencional.
Es el caso, por ejemplo, de los portacoches, una actividad que reclama desde hace décadas una armonización de esta normativa con el fin de poder realizar operaciones internacionales con la necesaria seguridad jurídica y sin estar sometida a la discrecionalidad de los controles que ejerce cada cuerpo de inspección nacional o regional, especialmente por razones de altura de los conjuntos, pero también en ciertos casos por su longitud.
Ahora, este sector, cuyos semirremolques suponen una cuantiosa inversión y que solo pueden dedicarse a mover vehículos terminados, ve en la reforma de la Directiva de Pesos y Dimensiones, reactivada esta misma semana por el Parlamento Europeo, una posible tabla de salvación.
El segmento espera que esta norma aporte certeza para los miles de camiones que transportan vehículos terminados en toda la Unión Europea y que de lugar a un auténtico mercado único en la actividad, junto con otros beneficios como la reducción de emisiones o la optmización de rutas.
Sin embargo, el proyecto de Directiva afronta ahora un viaje pleno de dificultades, con un Consejo dividido de cara a las negociaciones.