Dos años después de que Maersk anunciara su salida finalmente parcial de Vigo, hay ya un balance casi exacto de lo que ha supuesto para el puerto y la actividad comercial de la ciudad.
De acuerdo con los datos que manejan operadores de la comunidad portuaria, la media ya estabilizada de contenedores que se han desviado de Vigo a Marín asciende a 25.000 al año, lo que equivale al 15% del total de depósitos que se movían antes de que la naviera tomara la decisión de cambiar la ría de Vigo por la de Pontevedra.
La decisión se ha debido a los costes más reducidos del puerto de Marín, en especial la estiba, prácticamente inexistente en dicha rada al reducirse a apenas 10 operarios.
Maersk había amenazado con abandonar por completo su operativo en Vigo pero no ha sido así. Parece que de momento se ha consolidado el sistema de doble escala, en Vigo y Marín, y se mantiene lo principal en Guixar, el tráfico de pescado congelado.
Todo ello gracias a los clientes que exigen a la naviera poner la mercancía cerca de los frigoríficos, como Frigalsa, el mayor de Europa y que se suministra de pescado llegado desde África o América especialmente.
Por su parte, Termavi, la empresa que gestiona Guixar, ha descartado volver a competir con Marín para recuperar la totalidad del tráfico en tanto las condiciones laborales, la estiba, en ambos puertos sean distintas.
Marín, cuya operadora es Pérez Torres Marítima, empresa que también trabaja en Vigo e incluso forma parte de la sociedad de estiba, ha pasado en dos años de mover 42.000 contenedores, en 2015, a 75.000 en 2017. La gestora ha realizado mejoras e inversiones con la intención de alcanzar en 2018 los 100.000 contenedores.
Vigo se ha quedado en 2018 en 219.438 unidades en la suma de los movidos sobre ruedas y en grúa. Estos últimos han sumado 183.667 debido al impacto de Maersk y a los problemas con las normas del PIF, el puesto de inspección fronterizo, que ha desviado unas 50.000 toneladas de pescado congelado al puerto portugués de Leixoes.