Los transitarios jugarán un papel clave en el escenario que se presenta para el transporte marítimo en un futuro cercano, ya que facilitarán la adaptación de los expedidores a los cambios que se producirán en la industria cuando entren en vigor los nuevos límites de la OMI el 1 de enero de 2020.
Se trata de una de las regulaciones más importantes de la historia y su onda expansiva se extenderá a otras industrias, pero a día de hoy, muchos siguen sin estar preparados para el cambio y no son conscientes de las consecuencias que traerá.
Los transitarios, según explican desde iContainers, deben estar preparados para actuar como consultores y guiar a los expedidores, que acudirán a ellos para informarse sobre las novedades y recibir consejos al respecto.
Como intermediarios, los transitarios disponen de la información necesaria para ayudarles a tomar decisiones, como la relacionada con navieras, regulaciones, temporadas altas, problemas de capacidad, tarifas o recargos. Al mismo tiempo, son los que mejor comprenden qué necesitan los cargadores y las empresas, ya sean grandes o pequeñas.
En el caso de los digitales, son capaces de ofrecer información instantánea a los expedidores, para que puedan actuar y optimizar su cadena de suministro, un proceso cuyos costes oscilan entre los 10.000 y los 15.000 millones de dólares.
Aumento de los recargos
Como resultado, algunas navieras y propietarios de buques ya están repercutiendo a sus clientes una gran parte del incremento de los costes operacionales y de combustible. Los nuevos límites provocarán una fuerte sacudida en la industria que durará al menos un año, según los cálculos de iContainers, como una mayor volatilidad en las tarifas, recargos adicionales, falta de capacidad o incluso que la carga sea rechazada.
El efecto más inmediato será la subida de los recargos, pues se espera que el BAF aumente considerablemente durante los primeros 12 o 18 meses, mientras que las tarifas de transporte crecerán entre un 15% y un 20%. Por su parte, la capacidad disminuirá hasta un 10%.
A la vista de esta situación, el transitario aconseja planificar los envíos con mayor antelación, entre tres o cuatro semanas, para evitar cargos adicionales y garantizar que los contenedores salgan en la fecha prevista. Además, el expedidor debe analizar sus flujos anuales y compartir la información con su transitario, para realizar una planificación adecuada.