Las malas perspectivas económicas que se vislumbran para después del verano empiezan a hacer variar a las cadenas de suministro globales para adaptarse a un nuevo entorno en el que la demanda de los consumidores parece que se va a recortar drásticamente.
Las previsibles subidas de tipos de interés en los Estados Unidos y la Unión Europea, la alta inflación, los elevados precios de la energía y la crisis bélica en el este de Europa están enfriando una demanda en los mercados que se disparó tras la recuperación de la pandemia y que ahora se congela a medida que los consumidores de todo el planeta ven reducida su capacidad para comprar.
En este sentido, la producción industrial en los Estados Unidos y en Europa retrocede con fuerza, e incluso las entradas de pedidosen las factorías estadounidenses habría caído el pasado mes de junio, algo que no sucedía desde 2020.
Parece que incluso los principales fabricantes mundiales de componentes electrónicos detectan un enfriamiento de la demanda en un mercado que ha estado particularmente afectado en los dos últimos años, con consecuencias en diferentes ramas de producción industrial, desde la fabricación de consolas hasta la industria automovilística.
En los Estados Unidos se tiende a pensar que hasta hace unos meses las empresas peleaban por acumular un stock que cuando les ha llegado se ha encontrado con ausencia de compradores, de tal manera que muchas compañías están optando por deshacerse de los inventarios a bajos precios para quitarse cargas financieras y liberar espacio en sus almacenes.
Con todo este panorama, parece que ahora la urgencia se centra en reorientar el nivel de existencias a toda velocidad para adaptarse a un nuevo escenario de incipiente crisis económica, aunque los datos de empleo en diferentes zonas del planeta parecen ir en sentido contrario.
Así pues, el sector logístico espera que el retroceso de la demanda, especialmente en los Estados Unidos, pueda hacer los precios de los servicios de transporte marítimo y de carga aérea retrocedan y alivien los costes en las cadenas de suministro, a la espera de que se consolide una cierta tendencia a la baja en los precios de la energía, salvo en el caso del gas natural.