La sostenibilidad va adquiriendo cada vez un mayor protagonismo en todos los sectores y, por supuesto, el inmologístico no se queda atrás. Tanto la construcción como la posterior operativa de los centros logísticos ha de regirse en la actualidad por unos parámetros muy estrictos que garanticen la reducción del impacto medioambiental y el consumo energético.
El camino pasa por el uso de materiales respetuosos con el medio ambiente para el desarrollo de las instalaciones. Esto incluye, según explica un informe de CBRE, implementar medidas como el control de la erosión y la sedimentacióndurante el movimiento de tierras, el uso de materiales reciclados y pinturas con un bajo nivel de compuestos orgánicos volátiles, y una correcta gestión de los residuos generados.
A ello se añade la mejora de la calidad ambiental en la nave, para lo que pueden utilizarse soleras de hormigón en exteriores, TPOs en cubierta de colores reflectantes para evitar el sobrecalentamiento, exutorios practicables para una mejor ventilación y el ‘Blower door test’ para minimizar las infiltraciones de aire en las oficinas.
En las instalaciones actuales, también es frecuente el uso de sistemas de recogida de las aguas pluviales de la cubierta o las griferías que faciliten un menor consumo.
[sumario]En el mercado logístico, es imprescindible ofrecer al cliente un certificado que acredite que la nave cumple con los más elevados criterios de sostenibilidad”.[/sumario]
Es preciso también, instalar soluciones que favorezcan la eficiencia en el consumo de la energía, como pueden ser las placas fotovoltaicas, los paneles solares o el aislamiento térmico de fachadas y cubiertas. Esto se combina con la iluminación LED y sistemas como los sensores autorregulables y detectores de presencia.
Asimismo, deben cuidarse ciertos detalles orientados al transporte de los trabajadores, para promover el uso de medios sostenibles.
Por ejemplo, con la instalación de cargadores de coches eléctricos en el aparcamiento de la nave y la promoción del uso de bicicletas y otros sistemas de transporte alternativos.
Todo ello permite, en muchos casos, beneficiarse de desgravaciones fiscales y otros incentivos en ciertas zonas, además de demostrar el compromiso del propietario con el cuidado del medio ambiente y la responsabilidad social.
Certificación Breeam
Hoy en día, es prácticamente imprescindible en el mercado logístico ofrecer al cliente un certificado de sostenibilidad que acredite que la nave que va a adquirir o donde se va a instalar se ha construido y opera siguiendo unos elevados criterios de respeto al medio ambiente.
Para ello, existen dos certificaciones clave, que son las más utilizadas a nivel internacional: Leed y Breeam. La elección entre una y otra depende fundamentalmente de las características de la instalación y el interés concreto de cada promotor, siendo recomendable valorar primero en cuál de los dos sistemas se puede obtener una mayor puntuación.
Breeam (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology) nació en Reino Unido en 1990 y está considerado como el primer sistema de certificación de sostenibilidad.
Favorece una construcción más sostenible, que se traduce en una mayor rentabilidad, la reducción de su impacto medioambiental y un mayor confort y salud para quien vive, trabaja o utiliza el edificio.
Un asesor cualificado debe realizar una evaluación para valorar determinados parámetros relacionados con la energía, la salud laboral y el bienestar de los empleados, la innovación, el uso del suelo, los materiales utilizados, el modelo de gestión, los niveles de contaminación, los modos de transporte, la gestión de residuos y el uso del agua.
[sumario]Es preciso instalar soluciones que favorezcan la eficiencia en el consumo de la energía, como placas fotovoltaicas o paneles solares”.[/sumario]
Cada una de estas categorías se subdivide a su vez en diferentes objetivos y marcas, lo que ayuda a determinar la puntuación final tras aplicar un factor de ponderación ambiental que tiene en cuenta la importancia relativa de cada área de impacto.
Las instalaciones pueden alcanzar varios niveles dentro del esquema Breeam, en función de los requisitos que cumplan: ‘Acceptable’, ‘Pass’, ‘Good’, ‘Very Good’, ‘Excellent’ y ‘Outstanding’. Esto se refleja en el número de estrellas que aparecen en el certificado.
Tomando el 100% como el objetivo ideal de cumplimiento, si la instalación alcanza menos de un 10%, no podrá ser obtener ningún tipo de certificación, mientras que si obtiene entre un 10% y un 25%, llegará al nivel ‘Acceptable’, solamente disponible en el esquema de certificación ‘Breeam in Use’, y si se sitúa entre el 25% y el 40%, obtendrá el ‘Pass’.
Para llegar al llamado ‘Breeam Good’, es necesario entre un 40% y un 55%, y entre un 55% y un 70% para el ‘Very Good’. Por encima, se sitúa el ‘Excellent’, que exige un grado de cumplimiento de los requisitos de entre el 70% y el 85%, y el ‘Outstanding’, con más del 85%.
En la actualidad, existen 164 proyectos del segmento industrial-logísticoya certificados en España y 69 registrados en el programa. Por ejemplo, la instalación de Crossbay que Makro ha alquilado en el tercer trimestre en El Prat de Llobregat contará con la certificación ‘Breeam Excellent’.
Otras instalaciones que cuentan con certificados de este tipo son las de Seur en Illescas o el nuevo desarrollo de Panattoni para Leroy Merloin en Torija, que fueron reconocidas con el ‘Breeam Very Good’, la misma categoría que obtendrá el nuevo almacén de GLP en Pinto.
Además, destaca el caso de Goodman, que ha desarrollado en el municipio madrileño de Getafe el primer parque logístico de España que cuenta con el certificado Breeam de urbanismo sostenible, denominado ‘Getafe Terminal Logistics Centre’.
La instalación, cuya finalización está prevista para finales de 2022, se enmarca dentro de su estrategia de desarrollar activos sostenibles de alta calidad con visión a largo plazo.
Certificación Leed
La certificación Leed (Leadership in Energy and Environmental Design) nació en el año 1998, creada por el Consejo de Certificación Verde de Estados Unidos, USGBC por su siglas en inglés. Premia el uso de estrategias sostenibles en todos los procesos, desde la construcción de la nave hasta cuando la misma está en uso.
Entre los criterios para la evaluación de cada instalación, destacan la elección de un emplazamiento sostenible, la eficiencia y aprovechamiento del agua, la eficiencia energética, el uso de energías renovables, conservación de materiales y recursos naturales y calidad del ambiente interior, siendo la eficiencia energética el valor que más puntúa.
[sumario]La Certificación Verde presta especial atención al análisis del ciclo de vida del edificio, contemplando las externalidades ambientales y sociales que se pueden generar”.[/sumario]
El certificado acredita que el edificio en cuestión está preparado para soportar menores costes de operación y aumentar el valor de los activos, reducir los residuos, mejorar la gestión de la energía y el agua, garantizar la salud y seguridad de sus ocupantes, y reducir las emisiones de gases nocivos de efecto invernadero.
Se divide en cuatro niveles: ‘Certified’, ‘Silver’, ‘Gold’ y ‘Platinum’. La primera es la más básica y requiere entre 40 y 49 puntos, y la segunda entre 50 y 59, mientras que la certificación ‘Gold’ exige entre 60 y 79 puntos, y la ‘Platinum’, más de 80 puntos.
En España, a 31 de diciembre de 2020, había 115 edificios industriales registrados en el Programa Leed, de los cuales 62 han logrado ya la certificación.
El área de logística es la que lidera el grupo con 98 edificios registrados y 53 certificados, siendo el segundo tipo de instalación que acumula más certificados Leed en el país, debido a la fuerte inversión en el sector.
Según explican desde CBRE, estos están repartidos principalmente por la Zona Centro, Cataluña, Aragón, Andalucía y País Vasco.
[sumario]La elección entre una certificación u otra depende de las características de la instalación y el interés concreto de cada promotor”.[/sumario]
Entre las principales empresas del ámbito inmologístico que apuestan por esta certificación se encuentran por ejemplo Montepino, Merlin y Pavasal. En el caso concreto de Montepino, acumula 21 certificados de este tipo en sus proyectos, algunos de ellos aún en proceso de tramitación, de los cuales 15 de ellos corresponden a la categoría ‘Gold’, cinco a la categoría ‘Silver’ y uno a la ‘Certified’.
En la categoría más elevada, se encuentran por ejemplo uno de los edificios del complejo de Luis Simoes en Guadalajara, su proyecto Marchamalo II o las recientemente inauguradas instalaciones de XPO en San Fernando de Henares.
Certificación Verde
En el caso del Consejo de Certificación Verde de España, GBCe. se ha desarrollado además la llamada Certificación Verde (Valoración de Eficiencia de Referencia de Edificios), que evalúa dónde se encuentra el edificio, la calidad ambiental interior, la gestión de los recursos, la integración social y la calidad técnica.
Para otorgarlo, es necesario realizar mediciones que garanticen resultados, evitando las puntuar acciones concretas que, dependiendo de cada edificio, pueden tener unas consecuencias distintas.
En este caso, se presta especial atención al Análisis de Ciclo de Vida puesto que un edificio sostenible debe serlo, desde que se producen los materiales con que se construye, hasta que se produce la demolición y se les da a estos una segunda vida.
Lidl, por ejemplo, ha certificado ya varias de sus instalaciones con esta metodología, incluyendo la plataforma logística de Alcalá de Henares o la de Cheste.
La visión actual del Consejo es que el sector de la edificación necesita una transformación hacia un modelo circular en el que estén implicados todos los actores y se contemplen tanto las externalidades ambientales como sociales que se pueden generar a lo largo de todo el ciclo de vida de los edificios.
De hecho, según un informe reciente que ha publicado esta entidad, durante el proceso de construcción se desperdician entre el 10% y el 15% de los materiales, mientras que el 54% de los materiales de demolición son directamente enviados al vertedero.
Estos datos demuestran, según el GBCe, la necesidad de diseñar una hoja de ruta factible y creíble que detecte cuáles son las prioridades actuales y aúne los esfuerzos de todos los actores, empezando por la Administración, que en su opinión, debería eliminar las restricciones actuales a la economía circular.