El 2022 será un año récord para las compañías de transporte marítimo de contenedores, dado que se prevé que los ingresos del sector se disparen en total un 19% interanual y que su flujo de caja crezca un 8%.
Aunque los fletes han caído un 32% en lo que va de año, continúan estando muy por encima de la media de antes de la pandemia. Concretamente, alcanzan ahora los 6.400 dólares/FEU frente a los 1.450 dólares/FEU de entonces, según un informe de Allianz Trade.
Los datos actuales apuntan a que los precios continuarán siendo elevados en 2023, llegando a unos 4.550 dólares/FEU. Esto se explica por los retrasos en la entrega de buques, la nueva normativa sobre emisiones de CO2, la escasez de conductores de camión y el aumento del precio del combustible, los contenedores y los buques.
Las inversiones ya aumentaron un 61% en 2021, permitiendo a los operadores contar con buques adaptados a las nuevas normas ESG. Por su parte, la deuda bruta cayó un 5% y se espera un desapalancamiento aún mayor en 2022 y 2023, concretamente del 16% y el 11% respectivamente.
Sin embargo, a pesar del aumento de los gastos de capital, la capacidad de transporte marítimo no aumentará tanto como se esperaba, ni tan rápido como se desea.
El esfuerzo de inversión ha sido enorme, pero no se ha ajustado a la capacidad del sector y la mayor parte del aumento de estos gastos se explica por el hecho de que el precio de los nuevos buques se duplicó el año pasado, no por el aumento de los pedidos.
Además, aunque el 35% de ellos deberían entregarse en 2023 y el 39% en 2024, estos buques contribuirán más a modernizar la flota que a ampliarla, ya que la normativa OMI 2023 obliga a las empresas a retirar los buques más antiguos.
Hoy en día, la flota comercial tiene una edad media de 21,4 años, siendo su vida útil de entre 25 y 30 años. Las embarcaciones viejas no solo son menos valiosas, sino que también representan un gasto adicional y adaptarlas para el uso de combustibles más ecológicos o para la instalación de 'scrubbers' es más costosa.
Por otro lado, la mayoría de los encargados recientemente tienen una capacidad relativamente baja, que oscila entre los 1.000 y 3.000 TEUs, y debe tenerse en cuenta que casi el 60% de la flota en uso hoy en día está fletada y el 40% en propiedad.
Las navieras podrían jugar con esa proporción para mantener la capacidad y los precios en un nivel que les permita mantener márgenes relativamente altos.