Las empresas han tenido diferentes maneras de enfocar su acercamiento al negocio del comercio electrónico.
Mientras que las empresas que se han lanzado de cabeza y sin red al e-commerce se han centrado en el desarrollo tecnológico, las empresas que ya contaban con una rama de distribución física han ido contemporizando entre los diferentes canales, a la caza de la panacea que les permitiera exprimir al máximo su presencia tanto on-line como off-line.
Además, para terminar de complicar esta ecuación, también han entrado en juego dos factores capitales.
Por un lado, las nuevas tecnologías han impuesto tal ritmo en la sucesión de las innovaciones que llegan al mercado, que hacen prácticamente imposible estar al día y dificultan las previsiones a medio y largo plazo, elemento que se ha trasladado a la gestión de la cadena de suministro.
Por otro lado, esta revolución tecnológica también ha tenido un fuerte impacto en la forma en que los clientes compran, de tal modo que la fidelización cada vez es más difícil en un mundo hiperconectado.
En definitiva, el consumidor se ha hecho con el control en el proceso de compra.
Jugarse todo a los datos
Las tecnologías de la información permiten el tratamiento masivo de datos. Este caudal de información se puede aprovechar, algo que ya se ha venido haciendo desde hace tiempo, para diferentes aspectos de la gestión logística, como la previsión de la demanda o la gestión de inventario, entre otros elementos de la gestión logística.
Sin embargo, todos los grandes e-tailers basan su control del canal de comercio electrónico en un conocimiento preciso de sus consumidores a través de los datos obtenidos tanto durante el proceso de compra, como cuando se conectan para brujulear qué comprar a través de aplicaciones móviles.
[sumario]Los ‘pure players’ de internet juegan la baza que les proporciona un conocimiento exhaustivo de lo que busca el cliente para ofrecer variedad y comodidad.[/sumario]
De este modo, los ‘pure players’ del e-commerce están en disposición de enviar ofertas a sus clientes, anticiparse a lo que buscan y adaptarse con gran fidelidad a los gustos y necesidades de los consumidores.
Con las nuevas tecnologías consiguen simular con gran perfección toda una serie de servicios personalizados, que son controlados a través de algoritmos y sistemas informáticos.
De igual manera, con esta envoltura, los gigantes del comercio electrónico buscan generar un alto nivel de confianza en los consumidores, con el fin de fidelizar en la medida de lo posible el errático comportamiento de los clientes, así como de intentar influir en compras adicionales que pudieran realizarse, bien sea por impulso, bien en compra razonada.
Otra de las ventajas que aportan es, junto con la comodidad tanto para la compra como para las devoluciones, la posibilidad de comparar productos con gran facilidad, así como acceder a artículos difíciles de encontrar o descatalogados.
Con esta ventaja están en disposición de mejorar también la gestión logística de sus centros de abastecimiento, aunque, por otro lado, les falla la ubicación sobre el terreno, un factor de crucial importancia, ya que la cercanía al cliente final es un elemento fundamental para reducir el coste de las operaciones de entrega domiciliaria.
Aún así, la guerra está tomando un cariz tan crudo que incluso empiezan a verse tarifas planas de envíos sobre bases temporales como meses o semanas, como la que desde hace unas semanas tiene Glovo en marcha.