El metanol y el gas natural licuado son los combustibles alternativos más prometedores para impulsar la descarbonización en el transporte marítimo y para luchar contra el cambio climático, según un reciente estudio elaborado por el Centro de Investigación Conjunta de la Comisión Europea.
La penetración en el mercado de este tipo de combustibles ya había comenzado con los fabricantes de motores, barcos y sociedades de clasificación, que han elaborado barcos más ecológicos que emplean combustibles más sostenibles.
El transporte marítimo es más eficiente que el de carretera, dado que requiere una cifra mucho menor de combustible que los vehículos terrestres. Así, mientras que los camiones consumen unos 15 gramos de combustible por tonelada por kilómetro, los buques emplean entre dos y tres gramos.
Sin embargo, a pesar de esta diferencia, las emisiones de gas de efecto invernadero derivadas del sector son importantes, llegando a representar el 4% de las emisiones de gas de efecto invernadero de la Unión Europea en 2013. Dado el crecimiento de la economía mundial, se prevé que estas emisiones se dupliquen con de cara a 2050.
Desde una perspectiva a largo plazo, el traspaso a combustibles alternativos supondría una buena estrategia, dada la contraparte de biocombustible (biometano y biometanol) que presentan. Esto supone que los buques y la infraestructura construida para el GNL y metanol se pueden utilizar para suministrar biometano y biometanol sin una gran revisión de las instalaciones, lo que podría emplearse para utilizar dos combustibles como combustibles de transición antes de hacer el cambio definitivo a los biocombustibles.
No obstante, el uso potencial de estos combustibles dependerá de la biomasa como materia prima para su producción, las tecnologías de producción rentables y, en último lugar, su penetración en el mercado.