Todo parece indicar que el pago por el uso de las infraestructuras acabará imponiéndose tarde o temprano. Tanto las experiencias reales recientes, con el caso de Guipúzcoa como punta de lanza, como análisis teóricos conducen a esta misma conclusión.
Un reciente estudio elaborado por Fedea, Fundación de Estudios de Economía Aplicada, centrado en la eficiencia de las inversiones en infraestructuras y su financiación, aboga por "tarificar las vías interurbanas de alta capacidad", con el fin "hacer que el que produce el daño a las vías lo pague" y, por lo tanto, cubrir los costes de mantenimiento de las vías, lo que supondría un peaje relativamente bajo.
En este sentido, el análisis explica que "el cobro debería ser mucho mayor para los vehículos más pesados, dado que el daño que producen es también mucho mayor" y, consecuentemente, indica que "se puede asignar todo el costo de mantenimiento asociado a la capa de rodadura a los camiones, que generan casi todo el daño".
Sin embargo, el trabajo de Fedea se muestra contrario a la euroviñeta, un instrumento que es, a juicio de los autores, "un mecanismo que no satisface los requerimientos de un sistema de tarificación moderno".
"Su principal defecto", argumentan, "es que el valor de la viñeta de un vehículo no está relacionado a su uso y por lo tanto al daño que provoca a la carretera, sino que se cobra un monto fijo por un plazo" y, además, "podría tener un efecto proteccionista".
Por otro lado, el trabajo estima que sería recomendable mantener los peajes en las autopistas al término de sus contratos de concesión, así como introducirlos en las autovíasde forma que la operación de la red viaria de alta capacidad se financie con cargo a sus usuarios, incluso con la posibilidad de establecer tasas por congestión.