Más a menudo de lo que al propio sector le gustaría, se reproducen en los medios de comunicación y las redes sociales casos de conductores de camión o furgoneta que circulan temerariamente bajo los efectos del alcohol o los estupefacientes, defraudando la confianza depositada en ellos por empresas y clientes.
Sin embargo, pese a la lógica alarma social que despiertan estos hechos, magnificada por las dimensiones de los vehículos implicados, las cifras se empeñan en demostrar que son elementos aislados los que incurren en estas prácticas que a la postre cuestionan a todo un sector.
En este sentido, la última Memoria de Tráfico el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses presentada recientemente refleja que solo un 5,3% de los 232 conductores fallecidos en accidente de tráfico el año pasado con resultado positivo en los test de alcoholemia y consumo de estupefacientes manejaba una furgoneta y, muy por debajo, otro 2,6% llevaba un camión.
Sin embargo, un 56,1% de los conductores con resultados toxicológicos positivos conducían un turismo y otro 31,4% una motocicleta o ciclomotor.
Por lo que respecta a las drogas, las estadísticas oficiales indican que los conductores de camión fallecidos en accidente de tráfico con positivo por estas sustancias habían consumido mayormente cannabis y, por detrás, cocaína, mientras que en el caso de los chóferes de furgonetas estas dos mismas sustancias fueron consumidas en el mismo porcentaje.