Recientemente, Apple ha anunciado un cambio de gran relevanciaen la fabricación de sus equipos electrónicos y que afecta a sus procesadores.
La norteamericana ha decidido prescindir de los procesadores de Intel para empezar a producirlos por su cuenta, después de quince años de colaboración. La intención de la marca de la manzana tiene dos vertientes.
Por un lado, esta decisión le permitirá controlar mejor el rendimiento de este componente esencial para cualquier ordenador y, consecuentemente, adaptarlo como un guante a las necesidades de sus equipos, algo que Apple viene haciendo con gran maestría desde hace largo tiempo y que permite que sus equipos sean mundialmente reconocidos por las prestaciones que ofrecen.
Por otro, tras este cambio de criterio se encuentra también un esfuerzo por ahorrar costes a través de la internalización de la producción de unos componentes que hasta ahora tenía delegados en una compañía externa de alto nivel como es Intel.
Impacto en la cadena de suministro
Esta decisión empresarial se inserta en una tendencia de Apple a estrechar el control sobre la fabricación de algunos de sus componentes más críticos, algo que también tiene un impacto directo sobre la cadena de suministro del fabricante estadounidense. Este enfoque en las operaciones, que siguen siendo una prioridad para la compañía de la manzana, ha sido una de sus señas de identidad, que le han permitido mantener el control en momentos críticos como los lanzamientos de nuevos productos a nivel mundial.
Así pues, con este movimiento consigue eliminar de un plumazo un paso en su cadena logística de aprovisionamiento, aunque, por otro lado, tendrá que asumir nuevos suministros de materias primas y bienes intermedios para estar en disposición de fabricar los componentes finales.
De igual manera, esta internalización parcial de la producción de parte de sus componentes le confiere a Apple una mayor control sobre decisiones que tienen que ver con la distribución de la carga de trabajo en sus plantas de producción y poder establecer equilibrios entre los costes laborales y de establecimiento, así como con los precios de la energía para sus localizaciones, entre otros aspectos.