Más allá de importante cambio cultural que supone la transformación digital en los diferentes segmentos de actividad del sector logístico y de transporte, este proceso implica, además, una modificación radical de una operativa que ha colocado al cliente en el centro de decisión.
Como se ha analizado en la Mesa Redonda sobre el papel de la tecnología en las relaciones entre cargadores y transportistas, organizada por Cadena de Suministro recientemente en Madrid, la progresiva incorporación de nuevas tecnologías en el ámbito de la logística y el transporte han convertido a estas actividades en elementos fundamentales para la gestión empresarial, dado el alto volumen de información que aportan gracias al uso de los diferentes sistemas de trazabilidad desplegados a lo largo de la cadena de suministro.
Sin embargo, el objetivo de la transformación digital va más allá del mero hecho de seguir a las mercancías a lo largo de toda la cadena logística y busca aprovechar esta información para poder hacer predicciones acertadas sobre el comportamiento de la demanda, con el fin de adaptar su funcionamiento a la realidad de cada mercado, en lo que se ha venido en llamar logística predictiva.
Esta nueva vuelta de tuerca implica un alto grado de colaboración entre todos los eslabones que conforman la cadena, con el fin de que no existan ángulos muertos y de que todos los actores compartan información pertinente, algo que requeriría de un proceso de estandarización aún por afrontar, dadas las profundas diferencias existentes entre los diferentes segmentos de actividad, así como entre las diversas empresas en función de su tamaño.
De igual modo, este paso desde la transparencia a la reactividad se produce en un entorno en el que los cambios se suceden a velocidad de vértigo y en un marco de alta inestabilidad a nivel económico en todo el mundo.