Es un hecho que el comercio electrónico ha disparado su actividad en el último año, lanzado por las medidas de confinamiento y distanciamiento social que se han tomado en todo el planeta para contener el avance de la pandemia de covid-19.
El cambio en los hábitos de consumo es de tal profundidad que muchos expertos consideran que la tendencia se mantendrá a medio corto.
Esta situación ha supuesto la aceleración de cuatro tendencias en el e-commerce global que ya existían con anterioridad, según el análisis de Transport Intelligence.
En este sentido, en primer lugar, se está produciendo un incremento de la competencia en el comercio electrónico transfronterizo. Este segmento tiene una clara vocación internacional que se ha incrementado con la pandemia y que plantea nuevos retos.
En concreto, se plantean ciertas cuestiones como el impacto de los costes logísticos en los precios de este canal, especialmente sensible en este caso, así como en la gestión de las entregas en lugares en los que algunas empresas no tienen stock.
En segundo lugar, otra tendencia que se está intensificando tiene que ver la gestión de las devoluciones, uno de los principales dolores de cabeza para el on-line, y que provoca que se potencien las devoluciones en establecimientos físicos y que se potencie el uso de tecnología para garantizar las entregas efectivas.
Por otro lado, la pandemia también ha reforzado el auge del comercio social, una nueva vuelta de tuerca para integrar el e-commerce en las redes sociales, en un esfuerzo por facilitar las ventas, así como para generar información que permita adaptar los stocks para aprovisionar aquellos productos que cuentan con una mayor aceptación en las redes.
Finalmente, la pandemia también ha renovado el interés por la sostenibilidad en el comercio electrónico, a medida que los consumidores incorporan esta tendencia en sus preferencias de consumo también en el canal on-line.