Las familiares barras blancas y negras del Código Universal de Productos (UPC) que aparecen en prácticamente todo lo que los consumidores compran hoy en día, se han hecho tan omnipresentes que apenas nos paramos a pensar en ellas. Sin embargo, hace 40 años, el código de barras se convirtió en una tecnología verdaderamente disruptiva, que vino a revolucionar la forma en que las empresas realizaban el seguimiento y gestión de sus inventarios.
Los códigos de barras fueron sólo el comienzo de una evolución que continúa hoy. Su rápido éxito en la industria alimentaria disparó el desarrollo de docenas de tipos de códigos en un enorme número de aplicaciones, desde el etiquetado de abejas de miel con códigos de barras en miniatura para monitorizar sus hábitos de apareamiento, a la identificación de grandes buques y vagones ferroviarios marcados con códigos de barras de 60 centímetros.
Para las cadenas de suministro, el auténtico poder del código de barras viene de su papel para permitir formatos estándar y soportar conjuntos de datos que permiten compartir, en tiempo real, información consistente entre socios comerciales.
Desde DHL trabajamos estrechamente con GS1, una entidad global que establece estándares para identificar y comunicar información sobre productos, activos, servicios y ubicaciones, con el fin no sólo de implementar estándares sino también colaborar con las mejores prácticas.
Al mismo tiempo que proliferan las aplicaciones para los códigos de barras, la tecnología avanza. Los nuevos tipos de códigos de barras almacenan ahora más datos, son más interactivos y ofrecen niveles de precisión e interactividad sin precedentes en todo tipo de aplicaciones a lo largo de la cadena de suministro. Entre éstos se incluyen los códigos 2D, como los QR, cada vez más populares entre los consumidores, y códigos 3D, que se estampan en productos y componentes.
Otras tecnologías de identificación automática (auto ID), incluyendo la identificación por radiofrecuencia (RFID), juegan un papel similar, mientras que nuevas simbologías como el Bokode prometen incluso mayores beneficios.
Nuevos códigos de barras para hacer un mundo más seguro
Tras desarrollar otras variedades de códigos de barras lineares, los ingenieros especializados en identificación automática descubrieron que podían obtener más datos en el mismo espacio a través de tecnologías 2D, que permiten leerse en ambos sentidos. Esto ha impulsado nuevas aplicaciones, como el etiquetado serializado de productos farmacéuticos.
Las cadenas de suministro alimentarias, por ejemplo, han de realizar un seguimiento de los productos hasta el punto de origen con el fin de gestionar posibles incidentes de contaminación y proteger al consumidor. En Europa, el Reglamento de Información Alimentaria, que entró en vigor el 13 de diciembre de 2014, exige que todos los alimentos y bebidas servidos en restaurantes incluyan información sobre el país de origen del producto en el etiquetado y regula como obligatoria la información sobre los alérgenos.
Estos requerimientos están impulsando la adopción de códigos de barras 2D que incorporan datos de identificación del producto, incluyendo códigos de Producto (Números Mundiales de Artículos Comerciales o GTIN), códigos de lote, números de lote, fechas de producción y otros atributos. Cada fabricante conserva los datos que identifican exactamente de dónde procede el producto y sus ingredientes y utilizan pools de datos para el intercambio de esta información con otros socios en la cadena de suministro con el fin de facilitar así las devoluciones y gestionar el inventario.
Uno de los últimos avances en este campo se ha desarrollado en una start-up norteamericana, que ha creado una tecnología que ampliaría el acceso a los datos sobre el origen del producto alimentario, utilizando chips NFC(Near Field Communication), tecnología derivada de RFID, en los envases alimentarios y lectores NFC en smartphones. He aquí otro ejemplo de cómo la tecnología traspasa los límites del consumidor y llega a otras áreas comerciales, como la logística.
El resurgimiento de la RFID
Hace diez años, los mandatos sobre RFID a nivel de palet en el comercio minorista fracasaron porque la tecnología no estaba muy desarrollada. Sin embargo, recientemente, la tecnología RFID ha despegado en el marcado de prendas a nivel de artículos. Distribuidores como JCPenney, Wal-Mart, Marks & Spencer, Macy´s y Dillards están utilizando el Código Electrónico de Producto (EPC) con etiquetas RFID para detectar al instante muchos artículos a la vez, lo que mejora la precisión del inventario, reduce los fines de existencias y permite aumentar las ventas.
Las aplicaciones RFID pronto proliferarán en la cadena de suministro del sector retail, y los fabricantes y proveedores de materias primas utilizarán esta tecnología para mejorar la precisión y eficiencia.
La RFID también jugará un papel clave en el “Internet de las Cosas”, una red de objetos físicos capaces de enviar y recibir datos a través de Internet y que, por tanto pueden ser rastreados, coordinados, o controlados sin interacción humana. En este escenario, los objetos tendrán sensores integrados o unidos a ellos que se conectarán a Internet de forma inalámbrica.
En una denominada cadena de suministro autónoma, los sensores podrían no sólo detectar automáticamente bajos niveles de existencias, por ejemplo, de piezas de reparación, sino que también podrían generar una orden de trabajo para para instalar esas piezas. Una vez conectados a través de RFID, tanto los sensores como los sistemas de posicionamiento geográfico (GPS) y otras tecnologías ya existentes, se vuelven rastreables.
La automatización impulsa la visibilidad y la visibilidad conduce a la precisión, reducción de costes y eficiencia, lo que tiene enormes implicaciones en la gestión de la cadena de suministro.
En el futuro
La relación, larga y productiva, entre las tecnologías de identificación automática y la cadena de suministro continuará. Entre los nuevos códigos de barras se encuentra el Bokode. Desarrollado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, el Bokode es como un pequeño diodo (3 mm) de color rojo que emite una luz (LED), pero en realidad es una lente óptica pequeña que esconde una serie de códigos de barras 2D miniaturizados.
Un Bokode puede almacenar un millón de veces más de datos que un código de barras estándary se puede leer con una cámara normal. Los científicos prevén su uso en aplicaciones tales como la realidad aumentada y la captura de movimiento. Tales desarrollos sugieren que habrá beneficios aún mayores por venir gracias a los códigos de barras.
Y pensar que todo comenzó con ese primer código UPC…
Santiago Blasco
Director de Servicios de Valor Añadido de DHL Supply Chain Iberia