La Ley de Hooke reza, entendida de un modo muy elemental, que el alargamiento que experimenta un cuerpo elástico es directamente proporcional a la fuerza que se le aplica, de tal manera que, si las fuerzas excedan los límites de resistencia del cuerpo, ya que ningún material puede comprimirse más allá de un cierto tamaño mínimo, o estirarse más allá de un tamaño máximo, se producirá una deformación permanente o un cambio de estado.
Con esta perspectiva en mente, podríamos entender la cadena de suministro como un sistema elástico que se adapta para, dicho de manera muy básica, mover y almacenar mercancía entre un punto de origen y un punto de destino.
Entre medias vienen toda una serie de complicaciones entre las que se encuentran la distancia entre el lugar de fabricación y el de consumo de los productos, las condiciones en que se realiza ese transporte, los modos que se utilizan, las relaciones laborales y la regulación de todas estas actividades, entre otros aspectos.
Todo funciona como un acordeón, o como un muelle.
Desde 2019, los sistemas elásticos que son las cadenas de suministro sufren momentos de fuertes tensiones, a los que suceden breves lapsos de relativo relajamiento.
Podría decirse que estos cuatro últimos años están probando los límites de resistencia de la elasticidad de las cadenas de suministro. Es más, la cosa tiene visos de que va a seguir así, por lo menos durante la primera mitad de 2024.
Tensiones geopolíticas globales
En primer lugar, las tensiones geopolíticas seguirán afectando a los flujos del comercio internacional. Por un lado, tanto la invasión rusa de Ucrania, como el enfrentamiento entre Israel y el grupo terrorista Hamás seguirán afectando al suministro de materias primas y productos energéticos en dos puntos clave del planeta.
Además, de manera particular, tanto un conflicto como el otro afectan de manera decisiva a Europa, un continente que está siendo muy castigado desde el inicio de la pandemia y que sigue sufriendo las tensiones que se viven a escala global entre diferentes bloques económicos y políticos.
También en este ámbito, se mantienen los roces entre China y los Estados Unidos, aunque con menor intensidad, a la espera de ver qué decide el pueblo norteamericano en las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre.
Antes, también hay elecciones al Parlamento Europeo, algo que condiciona la actividad en una Unión Europea que sigue afectada de lleno por la crisis bélica en Ucrania.
Las tensiones geopolíticas seguirán afectando a las cadenas de suministro en 2024, especialmente en Oriente Medio”.
Para analizar este contexto presente y futuro, el Banco de España ha llevado a cabo un análisis comparativo de la actual crisis que viven las cadenas de suministro y el tráfico mercante con relación a anteriores episodios de disrupción como el bloqueo del canal de Suez.
Tras ello, la institución concluye que la crisis actual tiene, de momento, un impacto limitado en cuanto a un posible agravamiento de los cuellos de botella, que se mantienen muy por debajo de los máximos registrados durante la pandemia.
En concreto, de acuerdo con el estudio, la actual debilidad de la demanda global y la ausencia de congestión en la industria logística y en las cadenas globales de suministro antes de los ataques terroristas en las costas de Yemen habrían contribuido a esta contención de los cuellos de botella.
De igual manera, el Banco de España también considera que las estimaciones disponibles apuntan a que el impacto de las tensiones del mar Rojo sobre la inflación sería, por ahora, muy reducido.
Sin embargo, y a diferencia del episodio del Ever Given, también destaca que existe mucha incertidumbre en relación al modo que va a evolucionar la crisis, que podría ir a peor, por lo que recomienda vigilar de cerca la situación.
En este mismo sentido, y en paralelo, otro análisis del Banco Mundial resalta que enero y febrero son meses tranquilos para el transporte marítimo, por lo que la capacidad existente actualmente se está mostrando suficiente para atender el alargamiento de las rutas por el cabo de Buena Esperanza, al menos de cara a las próximas semanas.
No obstante, la entidad también tiene en cuenta que si los actos terroristas en el Mar rojo se prolongan hasta marzo podrían volver a tener un impacto significativo en el comercio global y en las cadenas de suministro mundiales.
En esta línea, el Banco Mundial argumenta que el incremento de los fletes en los servicios entre Asia y Europa hasta colocarse en los 3.000 dólares, lo que implica que se han triplicado con respecto a 2023, apunta a que los exportadores asiáticos pugnan por capacidad de transporte marítimo previendo futuras interrupciones graves en las cadenas de suministro.
Por su parte, la UNCTAD ha calculado que el Canal de Suez, vital para el comercio mundial, ha experimentado una disminución del 42% en los tránsitos desde noviembre de 2023 debido a los ataques dirigidos por los hutíes.
Esta situación ha llevado a las principales empresas navieras a interrumpir temporalmente los tránsitos por este canal y buscar rutas alternativas, contribuyendo a una disminución del 67% en los tránsitos semanales de portacontenedores en comparación con el año anterior.
Por otro lado, la sequía en el Canal de Panamá ha reducido drásticamente su capacidad de tránsito, disminuyendo los tránsitos mensuales en un 36% en comparación con el año anterior y generando preocupaciones sobre los efectos a largo plazo en las cadenas de suministro debido al cambio climático.
Estas interrupciones afectan al comercio mercante internacional y podrían tener consecuencias directas en los precios de la energía y los alimentos, aumentando los riesgos de inflación, a juicio de la institución internacional.
Costes al alza
Todo este escenario sigue dibujando un escenario de costes al alza, mientras que la tensiones inflacionistas parecen ir controlándose poco a poco.
De manera particular, desde el primer trimestre de 2022 se detecta una tendencia al alza en los costes de almacenamiento que afecta tanto a Europa, como a los Estados Unidos y a China.
El control de los costes impulsa cambios de flujos en las cadenas de suministro que buscan más estabilidad, fiabilidad y control”.
Un análisis de Transport Intelligence refleja cómo la espiral inflacionista que se vive desde los primeros meses del año pasado impulsa el crecimiento de las rentas en plataformas logísticas y, al mismo tiempo, hace descender la tasa de disponibilidad de almacenes en los mercados europeos y estadounidenses, pese a los nuevos proyectos de construcción que se multiplican.
De igual manera, los costes laborales también están creciendo en un contexto de escasez de profesionales.
Además, por otro lado, el creciente proceso de automatización que se vive en ciertos segmentos de la actividad logística también hace que se encarezca el almacenamiento, en un contexto marcado también por la acumulación de stock que muchas empresas han impulsado desde el inicio de la pandemia en 2020 y que solo ahora, años después, empieza a ver cómo se ajustan de nuevo los niveles de inventario a las previsiones reales de la demanda.
Sin embargo, parece que casi la mitad de los directivos del ámbito logístico a escala global aseguran estar preparándose para hacer frente a una más que posible recesión este ejercicio, frente al 70% que contemplaba esta posibilidad hace un año, de acuerdo con los últimos registros del 2024 Agility Emerging Markets Logistics Index.
Al mismo tiempo, los profesionales del sector parecen más centrados en rediseñar las cadenas de suministro. En concreto, el estudio apunta que un 63% piensa en estrategias de reubicación de la producción o de la gestión logística.
Tras estas estrategias parece encontrarse el aumento de costes que vienen experimentando las actividades logísticas. En este sentido, un 36,3% de los encuestados apunta que sus costes se han incrementado entre un 1% y un 15% con respecto a 2022, mientras que otro 23,9% estima esta subida entre un 15% y 40%.
Desde finales de 2019, las cadenas de suministro mundiales vienen soportando duras pruebas de estrés”.
Por otro lado, la sostenibilidad en las cadenas de suministro sigue siendo una gran preocupación en el sector, toda vez que un 66% de los profesionales asegura tener en cuenta el impacto que tiene el cambio climático en sus empresas.
En este ámbito, los esfuerzos se centran principalmente en reducir los consumos energéticos y los desechos, así como en incrementar el uso de energías renovables.
En definitiva, la gestión logística se asoma a un 2024 que, como años anteriores, presenta grandes incertidumbres lo que obligará a trabajar la elasticidad y la flexibilidad en unas cadenas que ya se están acostumbrando a superar duras pruebas de estrés.