El transporte frigorífico siempre ha sido un actor fundamental en los flujos de mercancías entre España y el Reino Unido, especialmente para los productos hortofrutícolas, refiriéndose a menudo a las regiones de Murcia y Almería como las huertas del Reino Unido. El número de empresas de transporte frigorífico en esas regiones es una buena muestra de ello.
Al inicio de nuestros servicios marítimos entre el Norte de España e Inglaterra en los años 70, pocos frigoríficos optaban por “subirse al barco”. En esta época, los controles en cuanto a horas de conducción y descansos, el precio de los carburantes, los portes, el control de los costes, eran distintos y la carretera era la opción natural para la mayoría de ellos, utilizando la vía marítima del estrecho entre Calais y Dover como entrada al Reino Unido.
Desde entonces, las normativas han evolucionado, el sector se ha profesionalizado con la ayuda de nuevas tecnologías y la utilización de rutas marítimas más largas empezó a coger cada vez más relevancia. Rutas que ofrecían ventajas frente al “todo carretera”, como un ahorro significativo de las horas de conducción, descanso a bordo de los conductores, ahorros en combustible, peajes, neumáticos o desgaste del vehículo y también de los riesgos de accidente.
En la actualidad, la utilización de las rutas marítimas de corta distancia es una realidad para las empresas punteras del transporte frigorífico español, para quienes, la calidad del servicio prestado es un factor esencial para garantizar que los productos perecederos que transportan lleguen en condiciones óptimas a sus clientes.
Otro factor cada vez más relevante para utilizar la intermodalidad en el transporte frigorífico, es el factor medio ambiental. Disminuir la huella de carbono de su cadena logística es un objetivo mayor para los cargadores y la intermodalidad es una herramienta fundamental para ello. En los últimos años hemos podido ver inversiones muy importantes de las diferentes navieras para disminuir de forma sustancial sus emisiones de CO2.
Con la llegada del Brexit en 2021, se hubo de afrontar un nuevo reto para el transporte de mercancía en general. A la falta de conductores, se añadió la aversión por parte de los conductores a pisar suelo británico. Los trámites aduaneros aumentaron los tiempos de tránsito y el endurecimiento de las sanciones por la entrada de inmigrantes ilegales agravaron la de por si preocupante falta de conductores.
En la actualidad, en el sector de la carga general se observa un incremento del transporte de plataforma no acompañada por parte de empresas españolas, apoyándose en empresas colaboradoras en Reino Unido para realizar las entregas en destino. Ese cambio, aparte de afrontar la falta de conductores, ha permitido optimizar la utilización de sus equipos y mejorar la conciliación familiar de sus conductores.
En el sector del transporte frigorífico, la apuesta para el transporte no acompañado va más despacio. Al ser transportes con cargas que precisan de un control de la temperaturas, el transportista en muchas ocasiones es reacio a dejar en manos de otro eslabón de la cadena de suministro el control del buen funcionamiento de su frigorífico, para que la mercancía llegue en las condiciones deseadas en destino.
Para romper esa barrera psicológica, es fundamental que las navieras y los colaboradores en destino, garanticen un seguimiento y un control del equipo para que no se rompa la cadena de frio del producto. Empresas punteras del sector están apostando por ello y estoy convencido de que más lo harán en los próximos años. Las empresas de transporte frigorífico han demostrado a lo largo de los años, su gran capacidad de adaptación a los cambios y seguirán sin duda por ese camino.