2017, un mal ejercicio

Hay una posición de dominio de las empresas cargadoras frente a las empresas de transporte que se ven incapaces de negociar condiciones de ningún tipo.

23/05/2018 a las 23:09 h
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Nuestras empresas han tenido grandes dificultades para obtener cuentas de resultados positivas.

Así podrá calificarse el año 2017 para el transporte frigorífico internacional. Las condiciones climatológicas han sido, en una parte, la causa de la mala situación de las empresas.

Comenzó el ejercicio con los efectos de las inundaciones por lluvias torrenciales y posteriormente el frío intenso, lo que afectó gravemente a la producción de productos hortofrutícolas.

El año ha finalizado con un principio de la campaña de invierno muy retrasado por la tardanza en la entrada del frío en Europa.

Por otro lado, se ha producido un desajuste importante entre las previsiones de crecimiento de la oferta de cargas y lo realmente ocurrido, mostrándose excesivo el incremento de flota experimentado. El resultado ha sido que han sobrado camiones durante todo el año.

A esto debemos añadir el incremento de la competencia por parte de empresas de transporte del Este de Europa, esencialmente rumanas, búlgaras y lituanas, pero también las portuguesas, cuyos costes de explotación son sensiblemente más baratos debido fundamentalmente a los salarios y cotizaciones. A esto debe sumarse la competencia de las denominadas empresas buzón con grandes flotas en Almería y otros puntos de España.

Así las cosas, nuestras empresas han tenido grandes dificultades para obtener cuentas de resultados positivas.

[sumario]Existe un malestar importante en el sector, ya que las empresas ven cómo cada vez aumentan en España sus obligaciones de todo tipo, así como las exigencias de nuevos requisitos por parte de otros países de la Unión Europea.[/sumario]

Existe un malestar importante en el sector, ya que las empresas ven cómo cada vez aumentan en España sus obligaciones de todo tipo, así como las exigencias de nuevos requisitos por parte de otros países de la Unión Europea, como la prohibición del descanso semanal en cabina cuando se carece en toda Europa de infraestructuras básicas que lo permitan; la exigencia del pago del salario mínimo en otros países pero no en España respecto de las empresas extranjeras, con la cantidad de burocracia que eso acarrea; la escasez de conductores profesionales bien formados; las cada vez mayores exigencias del cliente a cambio de menos precio en el transporte, etc.

Hay una posición de dominio de las empresas cargadoras frente a las empresas de transporte. Estas últimas se ven incapaces de negociar condiciones de ningún tipo. Unas, como las demoras en la carga y descarga, que contribuirían a la eficiencia del sector y la reducción de costes para la empresa de transportes sin que se produjese perjuicio alguno para el cargador, son señal inequívoca de que el transportista carece de consideración alguna.

Otras como el traslado de los incrementos de los costes al precio del transporte, el pago a 30 días o la inclusión de la cláusula de revisión del precio del transporte en función de la variación del precio del gasóleo, son pura quimera.

Las empresas, grandes y pequeñas se pliegan a las exigencias de los cargadores porque existe una realidad en el sector: siempre hay alguna empresa que está dispuesta a aceptarlas.

Manuel Pérezcarro

Secretario General de Froet